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Libros de ayer y hoy
Líderes de opinión: el tiro por la culata
Es un hecho indiscutible en este país que los medios de comunicación tienen intereses de poder, políticos y económicos, y que sus líneas editoriales responden a éstos. Lo es también, que algunos comunicadores, líderes de opinión, medran con su capacidad de influencia. Es más, hasta los influencers de youtube, tan caros a López Obrador, siguen esta misma lógica de poder. Estos jóvenes que producen mal, y que copian y pegan, tal como aprendieron en sus procesos educativos, fragmentos de la mañanera, también obedecen a intereses de poder. Toda comunicación social persigue un fin político, no nada más los detractores del presidente.
En el maniqueísmo presidencial, la lógica de Hollywood impera. Allí el mundo se divide en buenos y malos. Los youtubers pro López son buenos, aunque cobren en el Gobierno, y los líderes de opinión son malos, porque ejercían el oficio como chayoteros. Garrafal estereotipo del periodismo.
Sin embargo, en esta arbitraria división de malos y buenos, el presidente está cometiendo un error de estrategia. Dos comunicadores, clásicos de los medios, cuentan con más seguidores en redes que el propio presidente: Ciro Gómez Leyva y Joaquín López Dóriga. Otros dos se acercan para dejar a su detractor con menos fans, Brozo y Carlos Loret de Mola. La insistencia del presidente para exhibir a estos últimos, ha provocado un efecto contrario en las masas. Es como cuando la Iglesia Católica censuraba una película, se convertía en inmediato éxito de taquilla. El hecho de que López Obrador exhiba a Loret, a Brozo y a Joaquín, los ha fortalecido.
En contrapartida, Pedro Ferriz de Con, también autoexiliado como Brozo y Loret, no es mencionado en las mañaneras y aunque se desgañita cotidianamente en críticas acres en contra del actual Gobierno, sus números en redes permanecen constantes. El Primer mandatario no ha reparado en que multiplica la audiencia de sus críticos al sumarlos a la suya propia
En particular, el estilo creativo de Víctor Trujillo en su personaje y la publicación del video escándalo de Pío, han hecho crecer la audiencia de Loret y Brozo hasta niveles que podrían ser peligrosos para López Obrador. Y es que los comunicadores son más certeros en sus críticas que la oposición, desmantelada, omisa y poco creativa; tienen más capacidad de movilización que Gilberto Lozano y sus desenfrenados conciudadanos, y para colmo, compiten en niveles de audiencia con las filípicas del Primer Mandatario, aunque con mucho más ritmo y agilidad que el formato, que ya se anquilosó, de las mañaneras. En otras palabras, el peligro es que llegan a tanta gente, como el líder espiritual, moral y hasta político de Morena, con un mensaje contrario.
Por ahora el presidente López Obrador podrá caminar sobre seguro porque, sus muchísimos partidarios tienen atravesados en las vísceras a los comunicadores que hemos citado y a todos aquellos que critiquen a su presidente. Ya en otras entregas hemos abordado el peculiar perfil psicológico de los fans de Andrés Manuel. El pero surge cuando la otra mitad del país, ávida de información anti Amlo les otorga calidad de líderes de opinión a estos personajes. Y mientras más les mencione el presidente, más les seguirá alimentando.
Ante este panorama quedan varias opciones:
a) El presidente sigue descalificando por oficio. Como no escucha ninguna sugerencia, sigue fortaleciendo a los medios y comunicadores que son sus detractores. Este factor puede influir en el proceso electoral.
b) El presidente se da cuenta de su error político y deja de atacar a los periodistas que le critican. Al ignorarlos les quita reflectores y mina su impacto, aspecto que le asegura menos influencia contraria en el proceso electoral…
c) Sin importar la actitud del presidente, los comunicadores aludidos ya se han hecho suficientemente fuertes como para compartir en audiencia e influencia con los mensajes oficiales.