¡¡¡PLOP!!!
¿Merecemos existir los hombres?
Cuando discutía con una de mis hijas sobre el derecho a la información, y la libertad de expresión, le mencionaba que los grupos feministas coartan tales derechos cuando exigen la ausencia de reporteros, videógrafos o fotógrafos de sexo masculino en sus marchas. Entonces, ella argumentaba que la mayoría de las mujeres que participan en las manifestaciones feministas han sufrido acoso o violencia por parte de algún hombre y que, en consecuencia, se sienten vulnerables, o perciben como amenazadora la presencia masculina. Por lo tanto, me recomendaba, que, si yo tuviera la decisión de asignar las coberturas informativas de tales marchas, designara a reporteras, fotógrafas o camarógrafas, para respetar el otro derecho, el de las mujeres a sentirse seguras.
Ayer, en Guadalajara, durante la marcha feminista, las participantes en esta movilización agredieron a un fotógrafo por saltarse la regla de que estas coberturas deben ser elaboradas únicamente por mujeres. Si como sociedad somos empáticos y si como varones entendemos el dolor que embarga a estas mujeres por haber sido violentadas, por el simple hecho de ser mujeres en su día a día, tendríamos que cuestionar, con idéntico derecho, si la visibilidad se gana lastimando a otros, por el simple hecho de que la testosterona recorra su torrente sanguíneo. Querer hacer oír su voz, lastimando el patrimonio urbano, ya se hace común en estas marchas, pero atacar a alguien por el simple hecho de ser hombre conlleva una peligrosa generalización.
Es cierto que hay, desafortunadamente, muchos hombres violentos, con distorsiones sexuales terribles que les llevan a abusar de las más débiles, tipos capaces de lastimar a las mujeres. Pero es completamente equivocado, y casi igual de distorsionado, etiquetar a todos los varones como posibles violadores, abusadores o agresores. También hay una enorme cantidad de hombres, incapaces de lastimar a una mujer. Y por más empatía que se pueda tener hacia estos grupos, es errado considerar a todos bajo un mismo rasero.
Las feministas han radicalizado un discurso justo. Una protesta necesaria. Una causa que tiene raíces históricas y culturales profundas. Pero la desigualdad no se remedia ignorando a la otra mitad del planeta, negándola o agrediéndola. Asumir, y a veces la postura alcanza hasta a académicas con grados de doctorado, que los varones no podemos manifestarnos por carecer de útero y por lo tanto de perspectiva de género, es radicalizar la vida innecesariamente.
Ayer la marcha, de acuerdo con la reportera de Quadratín Jalisco, Monse Cuevas, dejó un saldo de «recolectores de pilas destrozados, pintas por todo el polígono céntrico y reporteros, camarógrafos y fotógrafos agredidos». Ante este balance, surgen varias opciones:
a) Las feministas poco a poco ganarán terreno en el favor de la opinión pública, su causa, justa, validará los métodos de su lucha y hará que la población racionalice las agresiones a comunicadores de sexo masculino, como ya en muchos casos, justifica las pintas y el deterioro del patrimonio urbano
b) Las feministas poco a poco tendrán que incorporar en su discurso las opiniones mayoritarias, que condenan el uso de la violencia, las agresiones hacia otros hombres y los daños a monumentos, comercios y edificios.
c) Los métodos violentos de los grupos feministas desacreditarán paulatinamente su movimiento, y una causa justa se verá enrarecida por sus manifestaciones, el fondo será sacrificado por la forma.
d) Otros grupos de mujeres, más creativas y proactivas, tomarán la justa causa y los reclamos, dejando marginadas a las feministas radicales en el ánimo popular y en el discurso de la protesta femenina.
Usted tiene sin duda la mejor opción…