
Libros de ayer y hoy
La fiel de López Obrador…
La porra del Atlas, o “la barra rojinegra”, como le llamaron desde el arribo de entrenadores argentinos como Lavolpe y Bielsa, es conocida en el argot futbolero como “la fiel”. Y en efecto lo es. Es la única afición que, con extrema fidelidad, ha seguido a un equipo que tiene por característica única, como razón existencial, ir en contra de la corriente mayoritaria, que en Guadalajara y el resto del país, se llama Chivas. El rebaño sagrado es entonces el opositor, el enemigo, el adversario, que le da razón de ser a la fiel…Atlas existe por oposición, por encontronazo, por rebeldía. La fiel adquiere identidad porque su equipo encarna a esperanza de ser diferente del otro, del equipo dominante en la afición y los intereses comerciales.
La fiel de López Obrador adquiere identidad y sentido existencial en las esperanzas de sus propias utopías, que Andrés encarnó con sapiencia política. Todos los opositores tradicionales al sistema priista neoliberal dominante, encontraron en López Obrador su razón de ser, su identidad. Depositaron en él sus esperanzas y aún más sus propias expectativas existenciales. Ya lo expresó el notable cartonista Helguera, antes de morir: “no me voy a poner a atacar a lo pendejo a un gobierno que esperé toda mi vida”. La fiel de Andrés existe por oposición. Adquiere sentido en la propaganda oficial y se convierte hoy en la porra más fiel del discurso dominante, emanado desde el púlpito del show de cada mañana.
El origen de clase de los atlistas se asume de élite. Los ricos tapatíos se diferenciaron del vulgo, con un equipo que perteneció originalmente a un club de estatus, de nivel. Y, sin embargo, juega en el estadio más popular, y tiene a su “barra brava” formada de personajes que emanan de las colonias más depauperadas de la Perla de occidente. Una muestra de contradicciones sociales.
La fiel de Andrés tiene un origen de clase divergente. En ocasiones es conformada por grandísimos empresarios, miembros de la élite, destacados integrantes de la mafia del poder neoliberal pero que se han alineado, más por conveniencia que por afinidad. En otras, es constituida por el pueblo llano, o por las clases medias educadas en escuelas y universidades estatales, con filiaciones de izquierda. Miles de mexicanos que soñaron con un gobierno, como el que “esperó toda la vida” Antonio Helguera.
La fiel es de las porras más violentas y combativas del futbol mexicano. Son épicas sus campales, sin límite de tiempo, contra la afición rojiblanca. La historia da testimonio de muchas batallas extra cancha que han requerido de fuerzas policiacas, paramédicos e instalaciones hospitalarias. La fiel no transige con las traiciones. Todos rojinegros o todos contra los que no lo son. El famoso grito homofóbico, que hoy tiene a la selección mexicana en escrutinio permanente de la FIFA, nació con la fiel atlista, cuando quiso castigar a Osvaldo Sánchez, producto de la cantera rojinegra, quien cometió la herejía de jugar con los acérrimos rivales. Por extensión pasó a todos los porteros de los equipos opositores, y luego adquirió carta de naturalización en todos los estadios, en los que era menester agredir al arquero del equipo contrario. La fiel es fiel y no perdona.
La fiel de Andrés aún no lleva la batalla al escenario de las calles, pero usa el de las redes sociales, con fiereza digna de mejores causas. La agresión y la descalificación son sus divisas. Los sesudos argumentos de sus publicaciones pasan por la recomendación del uso de vitacilina a sus opositores, en consonancia con la elegancia verbal de Paco Ignacio Taibo II, o de plano acuden al insulto mezquino. Pero la agresividad, es su sello. Sobre todo, en los corifeos espontáneos, no en los pagados como los youtubers que copian y pegan el show de la mañana, sino en los que, de gratis, atacan por sistema en redes a cualquier expresión en contra del gobierno con el que siempre soñaron. Es una defensa ontológica. No defienden a López Obrador, defienden sus esperanzas.
La fiel es increíblemente fiel. Ha soportado, por varias generaciones, como un ejemplo patológico de masoquismo, una sequía de 70 años sin un campeonato. La fiel de Andrés ha sostenido la popularidad del presidente, gracias a sus esperanzas. Andrés juega, todos los días, con sus expectativas y vende palabras de emoción que hacen vibrar sus fieles corazones.
Las opciones que plantea esta entrega son las siguientes:
a) ¿Seguirá la fiel de Andrés siendo igual de fiel con quien designe el dedazo? (Ya nos ocuparemos de Claudia o de Beatriz en otro momento)
b) ¿Le alcanzará al presidente la venta de expectativas para mantener la fidelidad de la fiel?
c) ¿Llegará la fiel de Andrés hasta extremos de masoquismo como la fiel rojinegra? ¿O luego de sequía de campeonatos cambiará de equipo?…
d) ¿La realidad impondrá un contraste contra el discurso, o las esperanzas de creer en el gobierno que siempre soñaron seguirán vivas en la fiel de Andrés?