Libros de ayer y hoy
Remesas
Una vez más el presidente López Obrador presumió al país lo inconcebible: el incremento histórico en el arribo de remesas, procedentes de los migrantes mexicanos, que, en busca del sueño americano, envían su dinero a México, para darle un nivel de dignidad a la pobreza en la que dejaron a sus familiares.
La presunción de que las remesas han aumentado gracias al Gobierno de López Obrador, además de ser una insensatez vergonzosa, son una especie de hara kiri involuntario. Aunque se entiende la lógica del discurso, destinado a millares de borregos que alaban a la menos provocación y que elevan loas a su líder, sin aterrizar por un momento en el raciocinio. El «rollo va hacia «la fiel»-
Vamos por partes: las remesas tienen indiscutiblemente un efecto positivo en la economía mexicana, en tanto apuntalan el tipo de cambio e impiden fluctuaciones en el valor del peso frente al dólar. Para los novatos en economía, la explicación es sencilla: el peso adquiere valor gracias a las reservas con las que cuenta el Banco de México. Las reservas se tasan en oro, o en dólares. Así es que, en términos llanos, mientras haya dólares circulando en la economía, el peso mantiene su valor. Y el presidente lo presume en su informe N, porque ya son tantos que es menester sustituir los números por los símbolos algebraicos. Entonces, las remesas, como los dólares ilícitos procedentes del narcotráfico, sostienen el tipo de cambio y con ello a la economía mexicana.
Sin embargo, las remesas son producto de varios factores que deberían avergonzar al ejecutivo federal: la migración de miles de mexicanos en extrema pobreza evidencia que las políticas económicas no funcionan, en tanto son incapaces de retener en su tierra a los mexicanos más lastimados económicamente.
Las remesas deberían acongojar al líder de este gobierno, porque «primero los pobres se van»- Los mexicanos que escapan de este país van a dar a la cuna misma del neoliberalismo, al país del capitalismo salvaje, a la encarnación misma de los adversarios ideológicos de López Obrador, al país de la mismísima presidenta «Kabala» Harris. Es decir que, en términos lisos, son los gringos quienes mantienen a la economía mexicana, al dar empleo a millares de compatriotas que cruzan la frontera, hacen trabajos humillantes en ocasiones, y viven en soledad y discriminación, a cambo de enviar unos dolaritos a su gente, para que «la vayan pasando mejor» en México. ¡El presidente tendría que agradecer al neoliberalismo, en tanto va presumiendo los niveles históricos en materia de recepción de remesas!
Hay más motivos de oprobio: los mexicanos más desamparados, que emigraron y sí lograron, gracias al capitalismo brutal de los Estados Unidos, incrementar su nivel de vida, sostienen a quienes aquí reciben los apoyos de los programas de bienestar, que, dicho sea de paso, solamente sirven como propaganda electoral. Son los migrantes quienes si brindan sostén a miles de desamparados en los pueblos más recónditos de México. Y, con las reservas de las remesas, los migrantes apuntalan el tipo de cambio que permite a muchos empresarios que se quedaron en México, un nivel de estabilidad que les da certidumbre en los demás indicadores macroeconómicos. Pero lo peor, para un presidente que mira tanto hacia el pasado, pero no voltea hacia la historia reciente, es que López Obrador está basando su política económica en el flujo de remesas, exactamente con el mismo cinismo como lo hizo Vicente Fox, tres sexenios atrás. El fracaso de las políticas económicas del guanajuatense, y la entronización del narcoestado, gestaron un éxodo masivo de migrantes, que a la postre sostuvieron el tipo de cambio que. también, presumió como un logro de su raquítico gobierno.
Hoy López Obrador le vende espejitos a la nación, y sus fans, tan próximos a la fiel rojinegra del Atlas, se encargan de elevar monumentos a la estulticia en sus cuentas de redes sociales, en donde repiten, mecánicamente, el logro histórico de Andrés Manuel, al conseguir captar cantidades nunca vistas en remesas.
Ante esta situación las opciones de hoy de vuelven interrogantes:
a) ¿No será, más bien, que la pobreza de los que se quedaron es tan aguda, que provoca la solidaridad de los migrantes, como nunca antes se había visto en México?
b) ¿Será acaso que las remesas alcanzan récord ahora, porque hay más y más mexicanos que emigran, ya que aquí no hay presente ni futuro?
c) ¿Tiene derecho el presidente a hacer «caravana con sombrero ajeno», en tanto el logro es de miles que con su esfuerzo sostienen a millones, sin que López Obrador sea factor en el proceso?
d) ¿Podrá distinguir la «fiel» la, cada vez menos sutil, diferencia entre la propaganda y la realidad?