Visión Financiera
Enjuiciamiento
No cabe duda que la capacidad, muy grande, del primer mandatario como comunicador y propagandista es inversamente proporcional a la de conseguir logros en la administración pública. Es más, su enorme habilidad discursiva le permite manejar la agenda a base de cortinas de humo que siguen ocultando lo medular del país, los rezagos en la economía, la inseguridad, el sistema colapsado de salud, la ineficiencia de los programas educativos, virtuales o televisados y en general, el estado ruinoso del manejo del poder ejecutivo.
Ahora el tema de temas es la encuesta para enjuiciar a los expresidentes. Un asunto ya muy sobado, que el presidente López Obrador retoma, en su afán de proponer algo de «rating» a la afición que se congrega en torno a su show de las mañanas.
Para esta audiencia, el tópico resulta impostergable, ineludible, necesario. La amplia masa que ha visto agraviada su situación, clasemediera o paupérrima, culpa de su situación a la escandalosa corrupción de los sexenios de la dictadura perfecta. Esta colectividad, encuentra como una reivindicación social el llamado al linchamiento colectivo. La masa exacerba su rencor y acude en tropel a solicitar las cabezas de quienes ejercieron la primera magistratura del país, en sexenios pasados.
Sin embargo, la medida no pasará de ser una llamarada de petate. Fincar responsabilidades a los ex presidentes será un asunto de litigios interminables, si es que por lo menos alcanza la esfera de lo legal. ¿Qué responsabilidades? ¿Con qué elementos probatorios, más allá del discurso encendido y emocional, o de condenas, meramente políticas, del legislativo?
Parecería, por el contrario, que el presidente, prepara una jugada para hacer quedar mal a alguien, tal vez al poder judicial, cuando esa masa de desaforados, como ahora lo hacen en memes de Facebook, reclame que devuelvan todo lo robado, asunto que, para cualquiera con tres dedos de frente, parece más que improbable.
Pero la jugada del presidente es certera: por un lado, tiende una cortina de humo que enturbia la visión hacia las prioridades nacionales, y enfoca la atención y la emoción popular hacia los enemigos, adversarios, prianistas y miembros de la mafia del poder. López Obrador canaliza la animadversión popular hacia los enemigos y no hacia sus propios errores. Por otro, crea un clima de linchamiento y abre unas expectativas enormes que, muy posiblemente, serán frustradas. Así él saldrá bien librado del juicio popular y dirigirá la ira resultante de la frustración hacia quienes hayan impedido el juicio, el encarcelamiento, o más aún la recuperación de un presunto botín. La jugada es una carambola de tres bandas.
Vistas así las cosas, las opciones podrían ser.
a) El presidente prolongará tanto como pueda el tema, para exacerbar las emociones populares y dirigirlas hacia sus enemigos, desviando así cualquier descontento popular hacia su persona o su régimen
b) El presidente canalizará la frustración de la presumible impunidad en la que quedarán los ex presidentes, hacia instancias que recibirán el rechazo y la ira popular
c) Los ex presidentes erguirán tan campantes como hasta ahora, un poco más enojados tal vez, disfrutando de los enormes emolumentos que obtuvieron, mucho más allá de sus sueldos, cuando detentaron el poder