
Libros de ayer y hoy
Hay dos maneras de construir la unidad al momento de designar candidatos, ninguna es segura, aunque sí funcionales de acuerdo con la circunstancia: la autoritaria y la democrática. Lo que ocurrió en Coahuila al fracturarse Morena con la postulación como candidato a gobernador por el PT del exsubsecretario Ricardo Mejía, merece reflexión. Igual sucedió con el PRI a finales de siglo y fue el anticipo de su derrota. Fueron los casos de Ricardo Monreal en Zacatecas, Antonio Echevarría Domínguez en Nayarit, Pablo Salazar en Chiapas y Alfonso Sánchez Anaya en Tlaxcala.
Ricardo Mejía no rompe con López Obrador, pero el daño que le provoca al proyecto con vistas a la elección de 2024 significa que el presidente rechace la decisión del funcionario con palabras propias del despecho ni el adiós me dio. No es tema menor que un colaborador de tal relevancia y un partido de la coalición resuelvan irse por la libre, comprometiendo el triunfo en una elección crucial por desarrollarse en el año previo a la presidencial. También en Coahuila, el PVEM resolvió postular a un candidato diferente a Armando Guadiana, de Morena.
Si ya era difícil ganar al PRI en condiciones normales, la fractura asegura el triunfo de Manolo Jiménez, candidato de la coalición Va por México. Para el tricolor es una victoria cuando más la necesita, aunque el mérito nada tiene que ver con el PRI del centro; el oficio del gobernador Riquelme y el buen perfil del candidato lo explican todo. Faltará ver los resultados y su secuela, especialmente el desenlace de la elección en el Estado de México.
La nota columna en Quadratín Yucatán