
Visión Financiera
Celebramos el Día de la Mujer y necesariamente brota de nuestro interior el gozo de ser y sabernos mujeres para festejar nuestro paso por cada uno de los momentos de nuestro ciclo vital.
Ser mujer, una aventura de crecimiento y desarrollo, de procesos de aprendizaje y desaprendizaje. Una posibilidad de multiplicación y aceleración, pero también de división y ralentización.
Mujer de biología cíclica singular, de psicología compleja, de alti-bajos emocionales, de conducta impredecible…
Mujer de hormona estrogénica cuya influencia se deja sentir desde la octava semana de gestación. Cerebro femenino que recibe las instrucciones precisas al interior de su red de comunicaciones internas y que modifica su crecimiento y desarrollo, aunque todavía no pueda darse cuenta de su potencialidad en el tiempo.
Mujer orgullosa de poseer la mejor comunicación existente al interior de su cerebro. Mujer de cuerpo calloso amplio, formado de millones de fibras, a manera de cables que conectan los dos hemisferios: el derecho y el izquierdo.
Mujer de “conectoma” ultra veloz que le permite las conexiones inter-hemisféricas que a su vez facilitan la integración de las funciones analíticas del hemisferio izquierdo con las funciones intuitivas del derecho.
Mujer con poderoso uso de la palabra, capaz de las mejores interpretaciones de emociones, persona intuitiva de memoria social que, al tener la habilidad para el reconocimiento de las caras, es capaz de dar significado a las expresiones y al final lograr una poderosa integración social.
Mujer de autopercepción emocional, empática. Capaz de comprender los contextos emocionales de tristeza, de culpa de vergüenza y de orgullo.
Mujer cuidadora y protectora con capacidad de escucha y de adaptación, abierta al mundo del otro, con facilidad para la comunicación de emociones.
Mujer-niña emotiva que aprende rápidamente a encontrar el pecho que la amamantará, niña que llora, que exige su alimento, que pronto expresa su enojo y su gozo. Niña que descubre asombrada sus manos y brazos con los que después abrazará a sus seres queridos, que brilla donde se escucha su risa.
Mujer-adolescente que descubre la montaña rusa hormonal de su ciclo de vida. Puberta que pasa por los polos de menor confianza en los demás o de menor tolerancia al dolor.
Adolescente que descubre al otro, que se enamora, que pasa interminablemente por las fases de formación del folículo, la ovulación y la fase lútea. La que busca desesperadamente una vida nueva. La que se rebela ante la autoridad y sufre de crisis que ayudarán a forjarla como la mujer que será en la vida adulta. La que se descubre capaz de amar y de personificar su amor.
Mujer que es capaz de elección de plan de vida, que llega a la juventud y se pone de pie ante la vida. Que lleva la riqueza de sus patrones de crianza enredados con las deficiencias naturales de toda educación familiar y que decide quién quiere ser, cómo quiere vivir y con quién decide pasar la vida.
Mujer capaz de ser madre.
La que vive los cambios físicos y fisiológicos debidos a la milagrosa implantación del cigoto en el útero. La que transita por las 40 semanas de compartir su vida con la vida del ser naciente.
Mujer dispuesta a llevar a cabo una reorganización cerebral, mujer generosa que se ocupa primariamente del hijo que ha de venir. Mujer receptora del don de la maternidad dispuesta a ser madre de gestación, madre de parto y madre de vida.
Mujer que pasa necesariamente por la nueva etapa en la que la producción ovárica termina. Mujer de menores niveles estrogénicos, desajustada en su temperatura corporal, víctima ahora de bochornos debatiéndose por lograr su peso ideal que ya no es tan fácil de lograr.
Mujer valiente que enfrenta los cambios de esta nueva vida con todo y sus riesgos. Mujer a la que el bajón estrogénico la desprotege en su sistema cardio-vascular capaz de superar la paulatina pérdida de calcio en los huesos. Mujer que de nuevo entra en crisis y después de haber dado vida, cuidado y protegido; vuelve a mirarse y se replantea su vida adulta.
Mujer a la que el tiempo le ha pasado, cuya cabellera se ha vuelto blanca y su piel se ha arrugado. Mujer con cambios en su estructura cognitiva que se da cuenta y que lamenta profundamente. Mujer que pierde la memoria y vive a su vez de sus recuerdos.
Mujer que enfrenta la ralentización de sus habilidades motrices y que deja de usar muchas destrezas que la caracterizaban. Mujer que entra necesariamente al final de la vida y que de rodillas balbucea ante la muerte:
Que vivan las nuevas generaciones su significativa vida femenina y que sigan dando vida mientras nuestro “ser mujer” siga el tránsito de la supuesta fragilidad a la anti-fragilidad.
Mtra. María del Carmen Guerra Arias
Profesora del Departamento de Humanidades
Referencias
López, Daniel (2016). Ellas. Buenos Aires: Ariel.