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Genio y Figura
¿Alguna vez ha amanecido, estimado lector, con la sensación de que hoy va a morir? Pensar en morir, obvio, no es un sentimiento muy agradable que digamos. Quizá para algunos santos sí. Muchas almas elevadas han sido anunciadas del día y hora de su muerte y la esperan gozosas. Sin embargo, para la mayoría de la gente no es una buena noticia.
Y es que, nadie espera la muerte. La inmensa mayoría de personas en este mundo, rara vez piensa en ella. Pero ¡todos vamos a morir! Eso sin duda. La pregunta aquí estribaría si usted preparado para su postrero día. Por ejemplo, ¿Legalmente tiene arreglado todo para tomar el tren sin regreso? Pocos, están listos.
¿Ya solucionó aquel pendiente con esa persona? ¿Ya hizo las paces? ¿Ya le pidió perdón? Piense, ¿qué haría si este fuera el último día de su existencia? ¿Le alcanzarían las 24 horas del día? Lo más seguro es que no. Haga una lista de las cosas que le gustaría hacer, no solo antes de morir, sino en el último día de su vida. Tal vez abrasaría fuertemente a todos sus seres queridos. Les llamaría a todos sus amigos. Comería tal o cual platillo que tanto le gusta. Se pondría su más elegante traje. ¿Qué haría? Muchas cosas sin duda.
La importancia de siempre estar preparado para ese último adiós es tal, que debemos vivir siempre como si fuera el último día de nuestra existencia. Quizá, tratando a los otros con mucho amor. Dando palabras de aliento a muchos. Sonriendo. Siendo cálidos y comprensivos con los demás. Dando un fuerte apretón de manos y un abrazo.
Pero, también, de saber que sería nuestro último día de vida, a muchos les caería una inmensa desesperación que los paralizaría. Se apoderaría de ellos prácticamente la locura, la desgracia, la sin razón.
Pero, para encauzar ese último suspiro que daremos en esta vida, tienen mucho que ver, nuestra concepción de lo que hay después de esta existencia. Si creemos que posterior a la muerte todo se acaba, ¡qué desgracia si no viviste bien, si no fuiste feliz, si no lograste tus propósitos! Por otro lado, si crees que después de esta vida hay otra, y que puede ser mejor que ésta, según haya sido tu comportamiento, ¡qué satisfacción, qué felicidad! O quizá si actuaste negativamente, pues tendrías tiempo de arrepentirte.
Así que, estimado lector, vivamos el día intensamente. Seamos alegres, alentemos la felicidad, el entusiasmo en nosotros mismos, como en los demás. Demos alegría, demos abrazos de felicidad y esperanza. Así, estaremos listos, en todo momento para dar el último adiós.