
Genio y figura
Entre el amor y el agotamiento: la maternidad en tiempos de sobrecarga
El texto que estás leyendo me costó tres días más de lo previsto. Tenía muchas ideas en mente y me emocionaba escribirlo, pero la realidad se impuso.
El domingo anterior, de madrugada, mi hijo menor empezó con fiebre. Entre el desayuno, los pendientes y algunas llamadas al médico, entendí que el lunes lo pasaría en casa cuidándolo.
¡Lunes! Pensé que al estar en casa podría encontrar momentos para escribir, pero entre la cita médica, la compra de medicinas y cuidar a mi hijo, el día se desvaneció. Apenas logré atender correos y dejar todo listo para la llegada de los demás. Luego vinieron las tareas, la lavadora y algunos pequeños conflictos que me dejaron sin espacio mental para este texto. Mi esposo preparó la cena y la comida del día siguiente, pero ni así encontré un respiro. Antes de intentarlo, el cansancio me venció.
El martes amaneció el pequeñito aún con fiebre, pero afortunadamente, mi hija mayor, apoyó con su cuidado esta vez. Ya en la oficina, pendientes, otras tareas me rodeaban insistentes, mientras mis ideas aguardaban, a la fuerza, un espacio de salida.
La fecha límite llegaba, y poco a poco, la presión hizo resaltar el título de este artículo. La que narro no es una situación extraordinaria, es la experiencia de muchos padres y madres a lo largo del mundo. Es difícil conciliar la vida familiar, la laboral, las necesidades personales, afectivas, de salud, el tiempo con la pareja y dar en todo el 100 por ciento.
Este cansancio y carga mental no es solo mío. Es el reflejo de lo que viven millones de madres trabajadoras cada día.
Las madres trabajadoras, ¿podemos ser primero madres?
La pregunta es más compleja de lo que parece. Se nos pide que seamos profesionales ejemplares, pero también madres presentes y entregadas. Sin embargo, el sistema laboral no está diseñado para permitirnos ser ambas cosas sin pagar un alto costo. Conciliar maternidad y trabajo sigue siendo, en muchos casos, una lucha en solitario.
Los números sugieren que no. El 84 por ciento de quienes cuidan a los hijos son mujeres (ENASIC, 2023), y 3 de cada 10 madres trabajadoras son jefas de familia (Inegi, 2020). En un mundo ideal, podríamos equilibrar nuestras responsabilidades sin sobrecarga, pero en la realidad, la falta de corresponsabilidad y de políticas de conciliación nos empuja al agotamiento. ¿Por qué seguimos asumiendo solas un desafío que es de toda la sociedad?
Ante el agotamiento y sobrecarga: construyamos redes de apoyo
¿Podemos las madres trabajadoras anteponer la maternidad sin pagar un precio alto? La realidad dice que no: seguimos cargando con la mayor parte de los cuidados sin que se valore ni se compense ese esfuerzo. Sin redes de apoyo, sin flexibilidad laboral y sin una verdadera corresponsabilidad en el hogar, nos vemos obligadas a rendir en todo sin margen de error. La solución no es individual, es colectiva: necesitamos compartir esta carga, dentro y fuera del hogar.
¿Qué puede hacerse? Mayor colaboración en la familia, que la mujer trabajadora pueda compartir sus retos familiares con su cónyuge, con la familia extendida, y la solución donde entramos tú y yo, ya fuera del ámbito familiar que no siempre puede controlarse: la generación de redes de apoyo a las madres.
En palabras de la escritora y experta en conciliación familia-trabajo Nuria Chinchilla: “ya no tenemos que hacer revolución, sino evolucionar”. Este es el reto.
Si queremos una sociedad más justa, debemos empezar por reconocer y sostener el trabajo invisible de las madres trabajadoras. Solo así ganaremos todas y todos. La pregunta no es si podemos hacerlo, sino cómo y cuándo empezamos.
Como dice el proverbio africano: hace falta una tribu para criar a un niño. Pero también hace falta una gran tribu para sostener a las madres, para cuidar su salud mental y emocional y para enfrentar juntas los grandes retos que vivimos las mujeres.
Mtra. Marilú Ochoa Méndez
Académica de la Universidad Panamericana