¡¡¡Plop!!!/Salvador Echeagaray
El joven estudiante que cursa la etapa de Bachillerato y primeros años de Facultad es el ser más filosófico que existe, pues se aleja de los modelos aprendidos en su infancia y se aproxima a la generación de su propio sistema filosófico que marcará su vida adulta.
Por la importancia que tiene la materia de Filosofía en estas edades, Tejedor Campomanes dice que: “la didáctica de la Filosofía implica el planteamiento de problemas específicos que no son presentados por ninguna otra disciplina, y que por ser de naturaleza distinta no debe ser tratada como las demás ciencias”.
La materia de Filosofía se maneja con términos abstractos (igual que las matemáticas), por lo que no acepta la memorización como método de estudio, sino el diálogo y la crítica, que le permitan al alumno valorar la fortaleza o debilidades de sus argumentos al ser confrontados con los de los demás.
El maestro que enseña a estos jóvenes en edad de formación a nivel bachillerato y licenciatura, debe considerar que el alumno a su cargo carece de recursos expresivos, pues, sus hipótesis aún no tienen relación con la realidad y las ideas carecen de sistematización y tiene una fuerte tendencia a sacar conclusiones de manera rápida y precipitada, causada por la edad y por la influencia de la inmediatez dada por los medios y la época que viven.
En lo personal, considero que el alumno, de los niveles escolares mencionados, es aún más, un ser incompleto, aún inmaduro y presenta fuertes rasgos de egocentrismo y de idealización, amén de un gusto especial por las utopías y la confrontación.
Por ello es crucial que el maestro que enseña la materia de Filosofía ponga especial atención al cuidado en el filosofar del alumno, el cuál pasará por las etapas de convencimiento, escándalo y asombro, para después llegar a la de la valoración. En este punto, el maestro debe poner atención al tema del respeto, ante la fuerte tendencia a minimizar y ridiculizar las ideas, que no se apeguen a su modelo filosófico y de realidad, tenga o no razón.
Es de extrema importancia que el maestro de Filosofía verifique el aprendizaje de manera más frecuente que en otras ciencias. Debe considerar que cualquier error lógico en el filosofar del alumno puede marcar significativamente su vida adulta.