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¡¡¡PLOP!!!
De aquí en adelante observaremos una campaña permanente en contra del precandidato y dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, pero finalmente es la lucha por el poder, y en este momento es el aspirante presidencial que mayor aceptación tiene en el electorado, aunque falta mucho para la elección de 2018.
El ataque a Obrador tiene doble propósito, porque en junio próximo habrá elección en cuatro entidades, y al PRI-gobierno le preocupa la elección del Estado de México, porque es la base del poder de la familia presidencial y de la permanencia de la Presidencia de México. Golpear a Obrador significa restarle fuerza a Delfina Gómez quien busca la gubernatura en esa entidad por Morena y va en empate técnico junto a la panista Josefina Vázquez Mota y el priista Alfredo del Mazo.
Hemos visto que sus detractores tratan de comparar a López Obrador con el presidente estadunidense Donald Trump y con el fascista Adolfo Hitler. Son argumentos absurdos y lejanos totalmente de la realidad. Hay otros partidos que han estado en el poder máximo de México que han dado muestras claras de discriminación y fascismo. Es cierto que hay muchas personas que no les queda claro ambos conceptos.
En la Ciudad de México Morena tiene un bastión, se debe al trabajo decoroso que realizó no sólo Obrador sino algunos gobiernos perredistas. La gente reconoce a quienes los representan, y muestra de ello es el nivel de aceptación que tiene el gobierno federal. Además si el cambio político ha tardado en México fue por los fraudes electorales que iniciaron en 1988 con Carlos Salinas de Gortari.
Como diría el propio Salinas, “no se hagan bolas”, porque lo más cruel es que el PRI ha traficado con la pobreza durante décadas, y el PAN aprendió bien la lección. El PRD es severamente cuestionado, y Morena no es la panacea pero tampoco es el monstruo que están fabricando.