¡¡¡Plop!!!
VISTA PRESIDENCIAL A JALISCO
Lejos quedó aquella primera manifestación de poder enorme del presidente, López Obrador en su primera gira por Jalisco, cuando abarrotó el centro de la capital tapatía, y en un ejercicio muy sutil pero firme del poder, demostró a Enrique Alfaro y a Carlos Lomelí, quien manda, con aquella cuasi orden de finalizar el acto en un abrazo.
Esta vez el país es diferente. Jalisco también. La recepción que se dio al Primer Mandatario fue ejemplo de cómo se vive en México en este momento: una nación, crucificada entre dos bandos de fanáticos irreconciliables. Ambos le recibieron. Los de extrema derecha que culpan a AMLO de todo, incluyendo hasta la aparición del Covid 19, y los fanáticos pro AMLO, que consideran que cada acción o palabra de López Obrador es digna de alabanzas y de credibilidad casi divina.
Esta mañana los dos bloques recibieron al presidente: cada uno del lado opuesto de la acera, justo como transitan en la coyuntura actual. Vítores y porras cometían con insultos y descalificaciones. El tono es el mismo que ocurre en redes, medios y otros escenarios: gritar más fuerte que el del otro lado y descalificar o agredir al que está enfrente.
Hoy, La Mañanera tuvo un carácter diferente: no fue como en otros estados, como en ocasiones a las que ha asistido este escribano, donde todos los medios locales tuvieron acceso. No. Esta ocasión solamente tres locales ingresaron: NTR, medio caracterizado por su línea de investigación, que mantiene una editorial crítica hacia el Gobernador de Jalisco, El Informador, diario ancestral de gran prestigio que ha tenido abiertas diferencias con Enrique Alfaro, durante su gestión y Mesa de redacción.com, medio digital cuya reportera fue en el desarrollo de la mañanera crítica hacia Alfaro. Los demás medios locales fueron espectadores. El formato incluyente de la mañanera también ha cambiado.
Y si ya el presidente había dado cátedra de diplomacia en su reciente vista a los EEUU, Alfaro trató de seguirle el paso y mostrarse como estadista. Bien por ambos, tal vez para rescatar, queda la invitación de Alfaro de que todavía podemos buscar en el país puntos de unidad. Habrá que ver si fue diplomacia vacía, discurso mentiroso o, como el mismo indicó, fueron palabras de corazón. Sin embargo, el concepto es imprescindible, al margen del emisor. México necesita transitar por la misma vía, no quedar en medio de dos grupos de fanáticos que poco aportan a la coincidencia y al avance nacional.
El Presidente equivoca un concepto. Muchos se desesperan por su lentitud al hablar, pero es increíblemente preciso entre la conexión de sus neuronas y su lengua. Hasta hoy, y queda para el anecdotario, se le escuchó cambiar una palabra por otra: «profanaba» por «profesaba», de inmediato corrigió, con su exactitud habitual de pensamiento.