¡¡¡PLOP!!!
UN RECONOCIMIENTO MUY MERECIDO
La muerte en términos normales es un proceso triste, doloroso y para muchos traumatizante, porque te despides físicamente de alguien que significó mucho en tu vida.
Pero la muerte de una persona que tuvo Covid 19, sin duda es más triste por las circunstancias que lo rodean; no te permite despedir de manera normal a esa persona, sin velorio, sin volver a ver a ese ser querido que antes de su muerte estuvo aislado, y así se va su cuerpo a la tumba o al crematorio.
Vaya un reconocimiento y solidaridad a todas estas familias que pasaron y están pasando por este proceso tan doloroso.
También un reconocimiento a todo el personal de funerarias, desde quienes recogen los cuerpos, hasta el conductor de la carrosa fúnebre, las recepcionistas, trabajadores administrativos y de limpieza de las casas funerarias, hasta los que cargan el cuerpo y entran a los panteones a llevarlos a su última morada.
Son ellos el último eslabón sanitario.
Donde termina la vida y el trabajo médico, ahí empieza la labor de ellos, muy digna de reconocer.
EL OTRO LADO
En este proceso de no poder despedirse de un ser amado, está también el otro lado. El de los que no pueden emprender el viaje a una ciudad o país tras recibir la noticia de que alguien de su familia está enfermo o acaba de perder la vida.
Esto le pasó a Javier Chicharito Hernández, quien desde Los Ángeles tuvo que soportar el dolor de no poder darle el último adiós a su abuelo don Tomás Balcázar, quien pereció el domingo pasado en la madrugada.
Aunque las causas no fueron por el Covid 19, éste sí está provocando que los viajes sean limitados y los funerales se realicen con la menos cantidad de gente y en un lapso corto de tiempo.
Chicharito vivió el otro lado, ese del que la pandemia que lo tiene encerrado en Estados Unidos, sin poder salir para no arriesgarse a contagiarse de virus o poner en riesgo a su esposa que está embarazada y a su pequeño de 9 meses de edad.
EFECTOS COLATERALES DE LA PANDEMIA
En otro asunto no menos doloroso es el de la violencia de género, la que acrecentó por el confinamiento. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, este fenómeno ha incrementado desde marzo, cuando iniciamos los mexicanos el confinamiento por el Covid 19, hasta la fecha. Una danza macabra de cifras puede resumirse a un dato: en México 155 mujeres piden auxilio por violencia de género durante estos días de pandemia.
El dato es desconcertante, pero tiene fundamentos. Se cimenta en las raíces familiares más profundas de nuestra sociedad. Una familia mexicana vituperada por efectos de la violencia económica, cultural, histórica y sexual. Esta condición estructural se agravado con el confinamiento.
Las personas manifiestan en algunos casos estrés y ansiedad por estar encerradas, fricciones con los más cercanos y en pocos casos, frustración y angustia ante el futuro, en un escenario de deterioro económico que a muchos les ha dejado sin empleo, o con negocios cerrados.
A estos agravantes se suman otros: la ausencia de espacios de socialización que ha constreñido el espacio público al ámbito privado. Muchas conductas escapistas que hasta antes de la contingencia tenían espacios sociales de salida, acciones atenuadoras de la tensión habitual de la vida antes de Covid 19, como reuniones sociales amenizadas con alcohol y la música. Bailes, salidas a centros de recreo. Muchas zonas de esparcimiento que hoy se han apretado. El alcohol no se ha ido, está presente como catalizador de la violencia, en muchas familias, pero sin los cauces sociales de expresión habitual.
El acoso sexual ha sido una queja nutrida también en estos meses. La ausencia de alternativas para el ejercicio o el deporte, la restricción para la socialización con fines sexuales, sobre todo en los jóvenes, que por razones económicas están pasando la pandemia «a donde pueden», también se ha dejado notar.
Entonces, los escenarios virtuales, en especial las redes, se vuelven medios de acoso frecuente para muchas mujeres, de diversas edades.
Por supuesto, que las familias disfuncionales en las que, literalmente conviven bajo el mismo techo personas sin parentesco directo, provocan muchos episodios de esta naturaleza, o aun siendo parientes cercanos.
El tema es delicado y seguramente no pasará de la denuncia. Como es costumbre, las mujeres tendrán que apoyarse entre sí de manera solidaria, y las instancias de Gobierno brillarán por su ausencia. Después de todo hay asuntos al parecer más importantes que tienen que atender los funcionarios, en los tres niveles de Gobierno. El bienestar de sus gobernadas sigue siendo asunto de discursos, luego de marchas femeninas.
LE LLUEVE A LA LIMÓN
Su carácter no le ayuda, y si a ello le sumamos las pugnas políticas, definitivamente a la presidenta municipal de Tlaquepaque, María Elena Limón, no le ha ido nadie bien en los últimos días.
El pasado fin de semana fue una sesión de ayuntamiento acalorada, donde las acusaciones, los reclamos y los enojos brotaron por todos lados entre regidores y la alcaldesa.
Este lunes, para rematar, están solicitando se le aplique la revocación de mandato, es decir, que la ciudadanía decida a la mitad de su administración, si desean que siga o no en el cargo.
Una prueba de fuego donde, a decir de muchos, si realmente se aplica el proceso, la alcaldesa no saldría bien librada.