
Mujeres líderes en Medio Oriente
Ojos que no ven, oídos que no oyen
En esta ocasión, quiero referirme a un tema que me ha llamado, poderosamente la atención, porque pasó de una simple anécdota a una constante, que explica, en gran medida, lo que está pasando en nuestro país. No han sido ni una, ni dos, ni tres las personas que me han externado su completo desinterés por informarse, siendo sus principales razones: “por salud mental”, “porque los medios de comunicación dicen puras mentiras” o “porque sólo se dedican a atacar al gobierno porque les quitaron el chayote”.
Sin embargo, eso sí, cuando se trata de las redes sociales, no importando quien publique una noticia, por inverosímil que esta sea, no sólo la leen, sino que también la comparten, la comentan, aunque sea falsa, muchas veces generada por Inteligencia Artificial, siempre y cuando la vean en Facebook, TikTok, X o Instragram.
¿Qué es lo que nos hace actuar así? ¿Por qué los medios de comunicación están tan devaluados en su imagen? Creo que la respuesta es más compleja de lo que parece a simple vista, pero quiero iniciar con un “mea culpa”, admitiendo que, en efecto, muchos medios en su afán de ganar seguidores se han vuelto cada vez más sensacionalistas, más amarillistas, sin el checar la veracidad de la información que publican, sin el más mínimo sentido común, en muchas de las ocasiones, ya no digamos criterio periodístico, que cada vez más brilla por su ausencia.
No obstante, lo cierto es que quedan todavía buenos ejemplos de prensa valiente, crítica y veraz; lo cual no garantiza que este tipo de periodismo sea visto, escrito o escuchado; porque, y ahora paso a otra de las explicaciones del fenómeno al que me refiero hoy, al gobierno en el poder, al que sea, lo que menos le conviene es que las personas estén verdaderamente informadas, por eso tienen sus propios canales de difusión, con una narrativa que sólo les favorece a quienes controlan al llamado “pueblo bueno”.
Hay una frase que dice “la información es poder” y estar informado, por lo tanto, empodera, algo que no le conviene al gobierno en turno, que prefiere recurrir a la siempre confiable estrategia de “al pueblo pan y circo”, por eso es que la gran mayoría ignora los noticieros, pero no se pierde ningún capítulo de su telenovela favorita o el siguiente partido de la selección mexicana de futbol.
Nada describe mejor mi punto que una anécdota que viví, platicando con un grupo de madres buscadoras, una de las cuales me comentó que ella era de esas personas que prefería no enterarse de las noticias, hasta el día que su hijo desapareció, desde entonces todos los días está al pendiente de cualquier información que se publica, por cualquier medio, esperando saber algo sobre su hijo, al que le ofrecieron un trabajo por internet y lo último que supo es que llegó a la Central Camionera de Guadalajara y después se perdió su rastro.
Quizás, si hubiera visto las noticias, se habría enterado que lo que le pasó a su hijo les ha ocurrido a muchos jóvenes, que es una práctica común del crimen organizado para engancharlos, o tal vez el muchacho, de todos modos, no le hubiera hecho caso a su madre, de haberle advertido del peligro, eso nunca lo sabremos.
Lo que sí no puedo dejar de pensar es que “ojos que no ven y oídos que no oyen terminarán siendo víctimas de su propia indiferencia” o como dijera, con más crudeza aún, el Libertador de América Simón Bolívar “un pueblo ciego que elige siempre a sus verdugos causantes de su dolor y de sus miserias, tiene derecho a morirse de hambre como unos malditos perros”.