
Libros de ayer y hoy
Durante las manifestaciones del 8 de marzo quedó demostrada la fortaleza que tiene la mujer en el país. Centros y principales avenidas de las ciudades más importantes se vieron abarrotadas por millares y millares de ciudadanas cansadas de ser víctimas de la violencia en cualquiera de sus variantes.
Si bien, no todo fue miel sobre hojuelas por uno que otro incidente de violencia, la realidad es que las que se dieron cita a las diferentes manifestaciones mostraron su inconformidad contra el macho opresor, al macho violador, al estado indiferente, al gobernante corrupto, al policía al que se le teme, a las usencias que no dejan de lastimar.
Pero sobre todo, dejaron muy en claro que ya no hay miedo, y que no van a permitir la opacidad de los gobiernos para cumplir con las diferentes consignas que lanzaron durante sus respectivos recorridos, ¡Ni una más!, ¡No son muertas, son asesinadas!, ¡Libres nos queremos!, entre otras.
Fueron académicas, profesionistas, vendedoras, estudiantes, empleadas, maestras, asistentes, doctoras, sin distinción de clase social o educación las que en una sola voz dijeron ¡No más violencia contra las mujeres!.
La verdad es de admirarse y respetarse la organización y el poderío que demostraron en todo el país, señal de que están decididas a un cambio de raíz. Y que tiemblen los gobernantes por que las mujeres levantaron la voz, y cuando una mujer alza la voz, es señal de que algo no está bien.
Como hombres, desde nuestras trincheras y en los roles que nos toque convivir con una mujer, tenemos la parte importante del tema, admirarlas, respetarlas y protegerlas, ser equipo, sin ser más o menos, jalando parejo y viendo por el bien común.
Refrendo mi admiración y respeto a las mujeres con quienes convivo día con día, mi esposa Mónica, mi hija Lizzette; mis compañeras de trabajo, Diana, Alma, Haremy, Janette, Sandra; mi madre y hermanas, y a las que en su momento tengamos que coincidir, son la pieza fundamental para que el mundo tenga rumbo.
Y sobre el día 9 de marzo, la realidad es que no puede existir Un Día sin mujeres, todo se paralizaría: hospitales, escuelas, hogares, y si el mensaje es que la sociedad reconozca la falta que hacen, yo les aseguro que somos más los que sabemos lo indispensables que son.
Viva la mujer, porque de ella hemos nacido.