Visión Financiera
¿Cuántas veces estimado lector ha dejado algo olvidado y cuando regresa ya no está? Ese termo para el café; bonito, de metal, que esperó algún tiempo para comprarlo. Se levanta de la mesa de la cafetería de su trabajo, da unos cuantos pasos y la alarma interna suena -ah, mi termo-. Regresa. Ya no está.
Ayer, un maestro entra al baño de su escuela. Deja su carpeta con apuntes, exámenes, lecturas, etc. Sale del baño. Se le olvida. Hace unas cosas y, en menos de cinco minutos, ya no está la carpeta. Y como dijo el Monje Loco: -nadie sabe, nadie supo-.
En sus conferencias, por cierto, muy vistas en You Tube, Carlos Kasuga el dueño de Yakult, insiste que en Japón puedes dejar cualquier cosa en determinado lugar y nadie lo toma. –“Si no es tuyo, ha de ser de alguien”-. (Enseñan las madres a sus hijos).
-“Dejas tu bicicleta afuera del transporte y cuando regresas ahí está. -sin siquiera haberle puesto cadena”-, y muchos etcéteras por el estilo.
Y ¿qué es lo que enseñan muchas madres a sus hijos en México, Latinoamérica y en muchos países? Lo contrario. El niño “se encuentra algo” y le dicen: ¡Ay qué buena suerte! Y así aprenden a tener buena suerte. Y si de grandes se vuelven políticos siguen tan de buena suerte que ni si quiera los meten a la cárcel.
Y es que insistimos. El político corrupto no nace espontáneamente. Es producto de la sociedad que lo ha criado. Una sociedad que no valora el esfuerzo ajeno. Que no valora la propiedad privada. -Es de otro, no mío, por tanto, no me pertenece- debería ser el slogan interno que sería bueno repetir.
Las noticias que a diario leemos en la prensa o escuchamos en la radio o vemos en internet o Tv, parecen refritos de hace 10, 20 o 30 años, -el político corrupto con enriquecimiento inexplicable-. Claro que es explicable, es corrupto, tranza, ratero.
Siguen las noticias de corruptos o corruptelas. Que, si fulano o perengano tienen mansiones que con su sueldo no hubieran podido comprar, pues ya los sabemos, pero como sociedad somos indiferentes a tales situaciones.
Y sigue la lista creciendo: que si Bartlett tiene propiedades por 800 millones de pesos. Que de dónde salió el dinero para la casa blanca de Peña Nieto y la Gaviota, que si Javier Duarte, que si Fox, que si Salinas de Gortari, que si López Portillo, que si fulano y perengano y así, podemos seguir ad infinitum de ida y vuelta.
De manera que como país debemos de cambiar. La transformación en de México no será por la mera retórica. Será por hechos. ¿Podemos decir que nuestro país será grande, rico, honesto, tan solo por que fulanito o zutanito lo es? No, así no será. Debe haber una concientización de lo que está pasando. En cada individuo debe haber un cambio hacia la honestidad. Luego, en cada familia. Y de esta manera abarcar a toda la sociedad.
¿Se ve difícil el cambio? Si. Muy difícil. Pero, hay que empezar por uno mismo.