En medio de la manifestación #NoMeCuidanMeViolan en la Ciudad de México. Tratando de transmitir la emoción del momento; esforzándose por cumplir con su trabajo, concentrado en qué decir, mientras la muchedumbre bullía en su justa petición, pero, en varios casos, injusto proceder. Un tipo alevoso y ventajoso -además de cobarde- se le empareja al reportero Juan Manuel Jiménez del medio ADN40, y toma viada para darle un estrepitoso golpe al rostro. Obviamente la flagrante agresión lo derriba y, de seguro, noquea por un tiempo. El agresor -Luis N. (al parecer infiltrado)- se escabulle entre la multitud, cobijado por el anonimato que da la muchedumbre enardecida.

Que en México ejercer el periodismo es la profesión más peligrosa de Latinoamérica, no se duda. ahí están las cifras: nueve periodistas asesinados en lo que va del sexenio. Y es que informar, tal como están las cosas en el país, es verdaderamente un acto de valentía, o más bien de temeridad. Si eres reportero de la fuente policiaca y denuncias las acciones de los narcotraficantes estás en inminente peligro. Si, además, mencionas nombres casi, casi, es estar en la lista de espera para que te secuestren o de manera -in fraganti- te manden, sin boleto de vuelta, al otro mundo.

También, si denuncias la corrupción de cualquier político entras en estado de peligro. No importa el rango del disque servidor social. ¿Cuántos periodistas han muerto porque denunciaron a un regidor, a un presidente municipal, incluso, a un candidato?

Nuestro país está siendo tomado, prácticamente secuestrado por el narcotráfico y por políticos sin escrúpulo. No hay autoridad que lo contenga. Al contrario, parece que se le anima o al menos se le tolera.

La prensa, los periodistas que a diario informan de lo que sucede en nuestro país, suplen de alguna manera, esa falta de autoridad. Exponen su vida en ese combate al crimen. Los periodistas, los buenos, son el contrapeso al abuso del poder. Son la justicia que se ha alejado de las instituciones. Los periodistas, los honestos, son los que han evitado, en gran medida, que nuestro país no esté sumido en peores problemas.

Pero, si se combate al periodismo, si se le persigue, si se le condena, la sociedad mexicana, se quedará en buena medida, sin ese muro contra la injusticia, que es el periodismo honesto.