Libros de ayer y hoy
Pues bien, estimado lector, como ya se habrá enterado, en la ciudad de México se aprobó el uso de uniforme neutro en escuelas públicas. Así, las niñas podrán llevar pantalón, y los niños falda, -si gustan-.
A simple vista parece un adelanto en la concepción post moderna del mundo que nos ha tocado vivir. Sin duda, para muchos, esto es un gran logro, que permite a los seres humanos transitar por rutas no antes soñadas.
El que la mujer use pantalón no es novedad. Ya tiene muchos años esa vestimenta. Sin embargo, el que los varoncitos puedan usar falda, ya implica un problema mayor.
Y no es porque nos desgarremos las vestiduras ni por prejuicios religiosos o morales. Más bien consideramos que es necesaria la distinción entre los sexos. Estas medidas del uniforme neutro anunciadas por Claudia Sheimbaun, tienden poco a poco a minar la sana diferencia entre hombres y mujeres. Y este asunto, de seguro se replicará en otros estados del país.
Hombres y mujeres somos iguales en dignidad. Somos iguales en derechos y deberes como nos lo marca nuestra racionalidad. Sin embargo, la función que cada sexo aporta a la sociedad, es necesario respetarla, porque así es, el orden de las cosas. Si el orden se quebranta, por consiguiente, surge el des-orden y ahí los problemas se agravan. Ya de por sí tenemos bastantes dificultades por la corrupción y la delincuencia. Éstas, a su vez, generan violencia, injusticia y desigualdad, como para que nos acarremos más problemas.
Decíamos que es necesaria la división entre los sexos porque cada uno aporta grandes valores a la sociedad. Es como si lo analogamos a un cuerpo humano. La mujer sería el corazón, por ende la capaz de dar ternura, dulzura y amor a toda creatura. Además de sus múltiples talentos, no olvidemos que, biológicamente, es el ser que es capaz de forjar en su vientre a un ser humano.
Siguiendo la analogía, el hombre por ser menos emocional, y por ende más, sosegado, sería la cabeza de ese cuerpo. Los miembros serían los hijos y todos cooperarían para el bienestar de la comunidad en que habitan. Así, se conservaría el orden.
El que los niños puedan usar faldas y las niñas pantalones, es germen de una falsa igualdad de funciones que, no convienen para el orden social.
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¿Mamá, me compras unos zapatos de tacón?
¡¿Oye hijo, ¿qué te pasa, primero falda ahora tacones?!
¡Es que mis compañeritos llevan!