Visión Financiera
¿Cuántos personajes hay que, aunque los medios de comunicación no los hayan hecho famosos, los famosos los buscan y los consideran sus mejores amigos? ¿Cuántos políticos poderosos, encumbrados en la más alta jerarquía del poder, a veces buscan al amigo para explayarse, para escapar de las fuerzas que los aprisionan?
¿Cuántas personas humildes se sienten honradas de que tal o, cuál persona, las trate amablemente y lo consideren amigo?
Bueno, pues una de estas personalidades a quienes famosos, poderosos, humildes consideraban su amigo era Antonio Frausto Martínez, quien falleció recientemente, a los 94 años de edad. Amigo de artistas, intelectuales, políticos, entre ellos, ex presidentes, gobernadores, embajadores; él mismo decía que era embajador, pero, “embajador de la amistad”.
Incluso tenía amistad con obispos, sacerdotes, entre ellos, por ejemplo, el filósofo y escritor, Padre Francisco Montes de Oca.
Homónimo de un actor del comienzo de gran época del cine mexicano, Antonio Frausto, era orgullosamente oriundo de las tierras de San Francisco del Rincón, Guanajuato. Ignoro cuándo marchó a vivir a la ciudad de México, pero, ahí fue donde se desarrolló como persona, profesionista y gran ser humano.
Tuve la oportunidad de tratarlo, ocasionalmente, en mi juventud. Cuando yo hacía mi tesis de licenciatura sobre Pedro infante, me contactó con un periodista de espectáculos y, éste, a su vez, con el gran Ismael Rodríguez, director, entre otras, de la película más vista de la época de oro del cine nacional, “Nosotros los pobres”.
Su esposa, Alejandra Guerrero, de impresionante belleza y sabiduría. No por casualidad, su hija también, de nombre Alejandra, es la Secretaria de Cultura del Gobierno de México. Su hija, Lucía, la mayor, abocada a las causas sociales y, Antonio, exitoso arquitecto en Francia.
Su casa, finamente decorada con toques prehispánicos y coloniales. Como si se viviera en un museo de expresiones mexicanas.
Tuve la oportunidad de tratarlo muchas veces. Las inacabables noches bohemias (de mezcal) en su casa eran anecdóticas. Se daban cita compositores, cantantes. Ahí me tocó conocer a Mario Ruiz Armengol, a Paco Michel, actor y cantante y, a otros más, cuyos nombres he olvidado.
Su oficina, de la Zona Rosa en la ciudad de México, era frecuentada por personajes de la política y de la farándula. Ahí me tocó conocer a Chabelo; serio, con voz grave, muy formalito, como no se lo pudieran imaginar.
Así que, vale la pena recordar a personajes que, con su trato sumamente amable, su conversación fantástica, la anécdota atinada y el chascarrillo oportuno, hacía del amigo, al familiar que uno quiere elegir. De seguro ya hizo muchos amigos en el Cielo. Descanse en paz, don Antonio Frausto Martínez, el “Embajador de la Amistad”.