El presupuesto es un laberinto
La discusión pública sobre la cobertura noticiosa e informativa de la casa gris ha dado lugar a un debate sobre la política editorial de los medios para abordar el tema. Ya se sabe la posición que tienen el Presidente y sus seguidores: una embestida golpista de los enemigos del proceso de transformación. Se puede creer eso y más, incluso poner en tela de juicio los hechos aludidos, pero, sobre todo, la intención de quienes realizaron la investigación y de quienes la divulgaron.
Una parte importante de los medios permanece en silencio; sin atender el tema en forma alguna. Sus razones tendrán y debe entenderse como una expresión de la libertad editorial de la que gozan las empresas que contienen a los medios de comunicación. No importa si en la decisión editorial subyacen miedo, oportunismo, interés económico, prudencia o responsabilidad. Lo importante es que frente al silencio de los inocentes persista la otra parte, quien divulga, opina, apoya o rechaza la narrativa noticiosa de origen.
Callar tiene costo en perspectiva, actuar representa un riesgo en la circunstancia. El Presidente va en serio y dispuesto a mucho. Si tuviera mayor sensibilidad hubiera sido más eficaz para salvaguardar lo que pretende proteger. La respuesta ilegal y de confrontación no a un periodista sino al ejercicio informativo y a la libertad de expresión representa el mayor costo en lo que va de su gobierno. Lo más importante es la relación entre el poder político, especialmente el de la Presidencia de la República, con el ejercicio periodístico e informativo.
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