
A decir verdad
¿Acaso no le gustaría estimado lector, que México tuviera las mejores escuelas públicas y privadas? ¿Que pudiera usted estar seguro de que, su hijo o hija, tenga la certeza de que va a egresar bien preparado de una universidad del Estado? ¿Qué será apto para enfrentarse a las adversidades de la vida? ¿Verdad que sí?
¿No le gustaría también, que, en nuestro país, hubiera un buen servicio público de salud? ¿Que las clínicas y hospitales como el IMSS, el ISSTE y otros, fueran eficientes, rápidos y seguros? ¿Que no tuviera porqué gastarse los ahorros de toda la vida para afrentar una enfermedad? ¡Qué bueno sería saber que la gran cantidad de impuestos que pagamos -en todas partes- tanto al consumo como lo descontado de nuestra quincena fuera, en buena medida, para brindarnos servicios de salud de buena calidad!
Y ¿qué tal, si aparte, de todo eso, se brindara seguridad en las calles? ¿Que tuviéramos la sensación de que al salir de casa vamos a regresar con bien? ¿Que no anduviéramos con miedo? Y desgraciadamente, el miedo es producto de lo que a diario amenaza, tanto al ciudadano de a pie, como al acaudalado.
Se ha vuelto temerario el salir a la vía pública. En muchas ciudades hay asaltos todos los días y varias veces en la jornada, al transporte colectivo, por ejemplo. Y las autoridades que deben combatir esto, -a gusto, durmiendo el sueño de los justos-.
Tres cosas nada más. Educación, salud y seguridad. Son tres elementos de la vida de un país para que progrese. Pues, como dijo el exsecretario federal de turismo, Enrique de la Madrid, en una conferencia en la Universidad Autónoma de Guadalajara, que, “si un país tiene educación de calidad, si la población está sana y si tiene seguridad, sin duda, va a salir adelante”.
Y añadimos, con esos tres elementos: educación, salud y seguridad, más las riquezas naturales de nuestro país, tanto en insumos como en su gente, ¡seremos una gran potencia!