Visión Financiera
Trump y la élite de redes sociales
En la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, lo trascendente no fue el discurso desgastado de odio contra México, ni su plan de aumentar aranceles, lo realmente trascendente fueron sus invitados especiales y nuevos mejores amigos: La élite tecnológica norteamericana con influencia global, que le va muy bien para sus planes expansionistas.
Se estima que en el mundo hay cinco mil millones de personas que usan alguna red social, entre Facebook y X suman casi tres mil 700 millones de usuarios, lo que representa más del 60 por ciento de personas del planeta.
Entre los invitados de Trump estaban Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y principal accionista de Meta (3 mil 65 millones de usuarios) y Elon Musk, CEO de Tesla, SpaceX y la red social X (620 millones de usuarios).
Se debe sumar a la ecuación la invitación que recibió y aceptó Shou Zi Chew, CEO de la red social china TikTok, (mil 600 millones de usuarios). La peculiar invitación se dio en un contexto de presiones del gobierno de Estados Unidos por cerrar las operaciones de esa red social en el país o mantenerlas, con la condición de que alguna o algún empresario de Estados Unidos adquiera el 50 por ciento de las acciones y, de forma casual, el nombre que circula para adquirir dichas acciones es Elon Mosk.
A la lista de invitados especiales se sumaron personajes como: Rupert Murdoch, principal accionista de Fox News; Jeff Bezos, fundador de Amazon; Sundar Pichai, CEO de Google y Sam Altman, CEO de OpenAI.
El denominador común de esa lista de invitados es que son personas pragmáticas, que se mueven bajo criterios de libre mercado, sin juicios de valor vinculados con alguna ideología política y menos de orden religioso o moral.
Pepa Bueno, directora del Diario El País, realizó un análisis posterior a la investidura presidencial de Trump. Compartió su preocupación por los nuevos mejores amigos de Trump, a quienes ha llamado una oligarquía tecnológica.
Si parece descabellado, recordemos que, en el 2016, durante la primera campaña presidencial de Trump contra Hillary Clinton, surgió un escándalo internacional por la presunta intromisión del gobierno ruso en el proceso electoral, hackeando información del partido demócrata y de la campaña de su candidata, siendo factor para darle el triunfo al magnate.
En su momento se designó al exdirector del FBI Robert Mueller como fiscal especial, se comprobó una reunión en la torre Trump de Nueva York entre un equipo ruso liderado por la abogada Natalya Veselnitskaya y miembros prominentes de la campaña, entre los que se encontraban Donald Trump Jr., Paul Manafort y Jared Kushner, yerno del presidente.
También el departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a 12 miembros de la inteligencia rusa de hackear la campaña de Hillary Clinton, además el equipo de Mueller identificó a WikiLeaks como el medio escogido por los hackers rusos para distribuir los documentos que habían sustraído al partido Demócrata, lo demás es historia.
Pepa Bueno, de El País, tampoco comulga con la concepción de libertad del Presidente que -dijo- ve una realidad alterna o telerrealidad llena de falsedades, y advirtió que el discurso del presidente Trump representa una comunicación llena de brutalidad que tiene como propósito infundir miedo entre sus adversarios, lo que implica una vuelta al pasado en materia de derechos civiles, economía y política internacional.
El problema de fondo que vislumbran Pepa Bueno y varios especialistas es que esos personajes de la élite tecnológica tienen una influencia ideológica global muy importante y, sobre todo, la capacidad de manejar al llamado: algoritmo para persuadir la mente de miles de millones de personas en el mundo con mensajes relacionados directamente a sus intereses, y ya consiguieron instalarse en el corazón de las decisiones políticas de la primera potencia mundial.