Genio y Figura
A lo largo de 14 años, el municipio de Tlajomulco, Jalisco, ha sido pionero en educación al implementar una sólida política pública que asegura el acceso de los estudiantes a útiles y uniformes escolares. Lo que inició como una iniciativa local se ha convertido en una obligación constitucional para todo el estado de Jalisco.
En el año 2010, durante la alcaldía de Enrique Alfaro y en medio de una revolución social en Tlajomulco, se emprendió el camino logístico para proporcionar materiales, inicialmente solo para preescolares y primarias, con una meta de beneficiar a 76 mil 723 niñas y niños. La parte más noble fue que los mismos comités de padres de familia fueron quienes nos ayudaron a ir a las bodegas, transportar las cosas y luego repartirlas. Era el primer programa de corresponsabilidad y participación social que emprendíamos.
Con la continuidad en 2013 durante la administración de Ismael Del Toro, el programa se amplió a las secundarias. En este momento, Tlajomulco seguía siendo el único municipio en Jalisco que financiaba este programa con recursos propios. Durante esta administración, se brindó ayuda a más de 380 mil niñas y niños con un presupuesto de casi 85 millones.
Esta noble causa fue adoptada por el Gobierno de Jalisco, extendiéndose a todo el estado, aunque no sin desafíos logísticos, en los contenidos de los materiales e incluso en la financiación. En Tlajomulco, se continuó con la ruta y se incorporó un diseño particular en las mochilas, destacando la política pública de arte urbano de la época. Se invitó a Sirok, un joven artista de Tlajomulco, para ilustrar las mochilas y desmarcarlas de los colores formales y cuadrados de las instituciones.
Desde sus inicios, esta política se concibió como un compromiso tangible con la comunidad estudiantil, reconociendo la importancia de eliminar barreras económicas para acceder a una educación de calidad. A lo largo de estos años, Tlajomulco ha demostrado que invertir en la educación es invertir en el futuro de sus ciudadanos. Hasta la fecha, en las evaluaciones que hemos llevado a cabo con los ciudadanos sobre los programas sociales más destacados del municipio, la respuesta predominante es que los más memorables son «Útiles y Uniformes» y «Presupuesto Participativo» (aunque este último merece una columna aparte).
Lo que comenzó como un programa piloto ha evolucionado para convertirse en una política consolidada y replicada en todo el estado. Este esfuerzo no solo ha beneficiado a miles de familias al proporcionarles un respaldo económico significativo, sino que también ha contribuido a crear un ambiente propicio para el aprendizaje, donde todas las niñas y niños tienen las mismas oportunidades desde el primer día de clases.
El legado que Enrique Alfaro deja para elevar esta política pública a un mandato constitucional hace que este programa sea un derecho que debe garantizarse. El programa, como promesa de campaña, ha llegado a su fin. Hoy, la ciudadanía resulta ganadora, con padres y madres de familia que saben que año tras año cuentan con respaldo institucional para que ningún niño o niña se quede fuera de la escuela por falta de recursos económicos para comprar sus útiles y uniformes.
En Jalisco, hemos demostrado tener la capacidad de convertir una promesa de campaña en un recurso institucional, que pesa más que cualquier populismo. Existe una formación política importante en nuestro estado y toda persona dedicada a esta labor siempre debe contemplar con altura de miras cada acción para que se materialice en las letras de nuestra constitución.
El camino recorrido por Tlajomulco es un recordatorio de que las políticas públicas bien diseñadas y ejecutadas pueden marcar la diferencia en la vida de las personas. Este aniversario no solo celebra un logro local, sino que también destaca la capacidad de transformación que puede tener una comunidad comprometida con el bienestar de sus ciudadanos. ¡Que sigan las cosas buenas en Jalisco!