Uno vuelve siempre al lugar donde fue feliz. ¿Cuántos aficionados de Chivas quisieran regresar un poco el tiempo? Si eso fuera posible, ni siquiera sería necesario un gran salto hacia atrás. Solo unos cuantos años, para vivir de nuevo esa época en la que disputar finales era algo cotidiano y levantar trofeos se convirtió en un motivo constante de orgullo.

El orquestador de la segunda época más brillante en la historia del Guadalajara vino de Argentina. Se llama Matías Almeyda. Y en menos de tres años sentado en el banquillo rojiblanco, dejó una huella eterna. Hoy, muchos seguidores del Rebaño Sagrado suspiran cada vez que escuchan su nombre o lo ven en alguna entrevista hablando maravillas de su paso por México.

Pero no sólo es cuestión de títulos. En un equipo tan grande como Chivas, hay otros factores que también importan y mucho. El club está construido sobre valores que brindan identidad y que lo hacen único. La gran virtud de Almeyda fue precisamente esa: darse cuenta dónde estaba parado y reavivar esos símbolos que hacen del Guadalajara un equipo diferente al resto de la Liga.

Para analizar su gestión hay que ir mucho más allá de los cinco títulos en siete Finales. Desde una perspectiva meramente materialista, claro que sus números son brillantes. Pero Chivas es más. Por eso, hay otro aspecto muy importante para valorar: la felicidad que generó. El orgullo que los aficionados sentían por su equipo en ese momento es algo pocas veces visto.

Así, es normal que muchos añoren su regreso. Ahora, ¿es posible que vuelva? Seguro que sí. ¿Pronto? Tal vez no. Matías Almeyda es un hombre de palabra. Tiene un contrato largo con San José Earthquakes en la MLS de Estados Unidos y su prioridad es siempre cumplir los acuerdos que hace. Pero el futbol da muchas vueltas y verlo de nuevo en Chivas es posible. ¿Por qué? Hay varias razones.

Primero, muy importante, porque la directiva del Guadalajara hoy es diferente. Para nadie es un secreto que la relación con José Luis Higuera se desgastó gradualmente hasta llegar a la ruptura definitiva. A mediados de 2018, Matías Almeyda se fue sin que nadie del club le despidiera en la conferencia de prensa de su adiós. La salida del dirigente abre por supuesto la puerta para pensar en el Pelado a futuro.

Segundo, porque el propio técnico argentino no está cerrado a la posibilidad. Todo lo contrario: siempre que tiene la oportunidad, expresa su deseo de volver al Rebaño Sagrado. El problema fue con una persona, no con una institución. Matías Almeyda se sabe querido y respetado por la afición. En la piel lleva un tatuaje de Chivas porque lo vivido en la Perla Tapatía dejó huella en su vida.

Y tercero, es posible su eventual regreso por una razón de peso: tanto él como su familia, según ha dicho el propio entrenador, vivieron una etapa dichosa en Guadalajara. Su esposa e hijas se adaptaron rápidamente al entorno, disfrutaron de la cultura, recibieron un trato de respeto, se involucraron en actividades adicionales al futbol. La vida fue buena para ellos. Y eso, más que otras cosas, abre la esperanza futura para millones de aficionados… porque uno vuelve siempre al lugar donde fue feliz.