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Genio y Figura
Chivas cumplirá el sábado 115 años de vida. Un buen momento para recordar la grandeza de su pasado y reconocer las dificultades de su presente, que no está ni remotamente a la altura. Un buen momento también para tener presente y dar valor a las características que hacen único al Club Deportivo Guadalajara, que tendrían que ser motivo de permanente orgullo para sus seguidores.
Algo especial debe tener un equipo para ser capaz de atraer a 40 millones de personas. Por supuesto, los valores del club, fundado bajo el lema “unión, fraternidad y deporte” son importantes. También los títulos, pues la base de aficionados que hoy tiene se construyó en la época de gloria del equipo, cuando el Campeonísimo dominaba la Liga mexicana.
Los campeonatos son valiosos porque ponen en el aparador más importante los símbolos de identidad que pueda tener cada equipo. Los coloca ahí, a la vista de todos, en lo más alto de una competencia. Si eso que exhibe es capaz de atraer las miradas y sobre todo de generar un sentimiento adicional al triunfo entre los aficionados, se quedarán con ese club.
Por eso hay equipos que por más que ganen títulos, no atraen la misma cantidad de aficionados, pues carecen de los elementos simbólicos que generen identidad. Y es por eso que hoy, la grandeza de Chivas es a prueba de sequías. Para efectos de la generación constante de aficionados, poco afecta que el equipo consiga títulos cada tanto. La cifra sigue y seguirá aumentando.
¿Por qué? Porque posee un símbolo de identidad que lo convierte en objeto de representatividad y generador de un sentimiento entre sus aficionados que va mucho más allá de la simpatía por un club. A Chivas se le quiere. A Chivas se le ama. En las buenas, en las malas, en las peores. En cualquier situación, sigue atrayendo seguidores, porque se identifican. Punto.
Es un equipo más mexicano que la Selección Mexicana, pues a diferencia del Tricolor, no juega con naturalizados. Qué más se puede decir. Cualquiera que se sienta orgulloso de tener esta nacionalidad, puede también trasladar ese sentimiento a una cancha donde se encuentre el Rebaño Sagrado con esa camiseta rojiblanca que identifica a millones.
Por eso, el utilizar únicamente futbolistas mexicanos va más allá de ser una tradición. Es parte del ADN de Chivas. Está en su sangre. Es vital. Y como en cualquier ente con vida, si se modifica el ADN, deja de ser lo que es. El Guadalajara jamás debería dejar de ser el Guadalajara. Por más que la desesperación le gane a algunos que ocasionalmente, en las malas obviamente, piden la presencia de foráneos en las filas del Rebaño Sagrado.
Debe entenderse, hoy sobre todo con el aniversario 115 tan cerca, que construir la grandeza sobre una base más sólida que los propios títulos tendría que ser siempre un motivo de orgullo y nunca un motivo de duda. Porque ni los equipos que usan extranjeros ganan siempre, ni el Guadalajara es un equipo de sequías eternas.
Y justo aquí entra el reconocimiento también del presente. Chivas disputará el domingo la fase de repechaje. Un club de tal magnitud debería tener como obligación mínima, en este sistema de competencia, estar directo en la Liguilla todo el tiempo. Pelear por el título cada semestre. Levantar trofeos de forma mucho menos espaciada que los últimos obtenidos.
El presente del Rebaño Sagrado no está ni cerca de la gloria de su pasado. Es labor de Amaury Vergara, como dueño y representante máximo de los intereses de 40 millones de simpatizantes, devolverle a la historia del Guadalajara el brillo perdido en tiempos recientes. Pero a pesar de lo oscuro que pueda ser la actualidad, una cosa, ya para cerrar, debe quedar siempre clara: Chivas construyó en casi 115 años de vida una grandeza que mientras respete sus valores, jamás se perderá.