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Inteligencia y principios
Con todo y la amplia experiencia que tiene como técnico, Víctor Manuel Vucetich ha cometido algunos pecados en las últimas semanas al frente de Chivas. No hablaremos de la parte táctica, que ahí el experto es él, sino del manejo de grupo. Detalles que aunque parezcan mínimos, influyen a final de cuentas en los resultados, porque el equipo es un todo.
Al Rey Midas le gusta jugar de una forma. Como cualquier técnico, tiene una manera preferida de repartir los espacios del campo y asignar funciones a sus futbolistas. Un parado táctico. Hasta ahí, todo perfecto. El problema comienza cuando dentro del plantel no hay los elementos con las cualidades necesarias para desarrollar eso que propone.
Todo pasa por los jugadores, naturalmente. Utilizar sólo un contención le complica la vida a Jesús Molina. El capitán se ha visto rebasado en esa zona durante los últimos partidos. Le gusta, también, parar delante de esa posición a dos volantes interiores. Eso sí que es complicado en un plantel que no tiene naturales para ese puesto.
Ha probado en esa zona con Isaac Brizuela, que rinde menos ahí que pegado a la banda, con Fernando Beltrán que ha declarado sentirse más cómodo como segundo contención, con Cristian Calderón que tiene tan poco oficio en el puesto que ya no repitió ahí y con Jesús Ricardo Angulo, que es quizá el que responde de mejor manera.
Vaya, no es culpa del técnico que el plantel no esté armado de acuerdo a sus necesidades. Pero sí es el entrenador responsable de modificar la idea que tiene cuando las cualidades del grupo que dirige son distintas a la idea futbolística primaria que pretende. Es decir, siempre hay un Plan B en la cabeza de los estrategas. Y quizá sea tiempo de echarlo a andar.
Después, hay otro pecado en los mensajes, tanto los de palabra como los de acto. En cuestión de declaraciones, Víctor Manuel Vucetich negó que exista una crisis dentro de Chivas. Uno pensaría qué tal vez lo diga así para evitar cargarle mayor presión al equipo. Pero al mismo tiempo, se pensaría que hacia adentro, el discurso sería distinto, mucho más fuerte y enérgico. Eso tendría que traducirse, al partido siguiente, en una distinta actitud… no fue así.
Y está enseguida el mensaje de los actos. El que se da al plantar un 11 inicial. Tras el desastre de San Luis, se esperaba una “revolución” en el cuadro titular. Una sacudida importante que hiciera entender a todos que nadie es indispensable. Una serie de movimientos que le dijeran al plantel que no hay intocables… en lugar de eso, sólo dos modificaciones para el siguiente partido.
Así, el equipo fue más o menos lo mismo contra FC Juárez durante el primer tiempo. Y al final, el mensaje tardío: tres cambios de golpe para comenzar la segunda parte, algo que Vucetich jamás había hecho. Un golpe fuerte. Una sacudida importante… que sería aún mejor si el marcador fuera 0-0. Pero ya con el 0-2 en contra, poco quedaba por hacer.
El Rey Midas tiene toda la experiencia del mundo. Ha manejado grupos exitosos a lo largo de su carrera y si algún pecado ha cometido, seguro sería durante el proceso de conocimiento del plantel. Hoy, ya sabe lo que tiene en Chivas. Es tiempo de reaccionar a la altura porque cuando el agua llega al cuello, el puesto que más peligra en el futbol siempre es el del técnico, aunque los mayores responsables estén en la cancha.