Libros de ayer y hoy
¿Se puede? Claro que se puede. Chivas es el único equipo capaz de ilusionar a 40 millones de personas. El único que con un buen partido hace que se olviden rápido los tres anteriores años de más pena que gloria. Por eso hoy, a punto de arrancar las Semifinales del Guardianes 2020, la nación rojiblanca sueña en grande, aunque muchos les digan que no se puede.
A esa clase de comentarios habría simplemente que escucharlos y elegantemente ignorarlos. El Guadalajara tiene motivos para creer que sí se puede. Soñar con la 13 nadie puede prohibirlo a 40 millones de personas. Pero no es sólo la ilusión: hay factores dentro del vestidor, a partir de lo ocurrido a lo largo del semestre, que fortalecen la esperanza.
Primero que nada, la unión. Este grupo, como pocas veces, está solido en cuanto a la cohesión del vestidor. Tras muchos años de cubrir al Guadalajara de cerca, me atrevería a decir que el ambiente percibido al interior hoy en día sólo es superado, en épocas recientes, por el del plantel que dirigió Matías Almeyda y que conquistó cinco títulos en menos de tres años.
La unidad de este grupo se ha solidificado como respuesta a la adversidad. Cada golpe recibido por este vestidor ha servido no para destruir, sino al contrario: para construir. Los escándalos extra cancha, el cambio de técnico, las lesiones, los enfermos de Covid 19, las bajas de juego, los expulsados por indisciplina… todo se tomó de la mejor manera para fortalecer lazos al interior.
Enseguida está el hambre de trascender. De aquel grupo de Almeyda, quedan hoy en día muy pocos elementos. Es un plantel prácticamente distinto. En ellos hay un deseo ardiente de hacer historia. Cada uno puede tener distintas razones, pero comparten el mismo deseo de ser campeones con el Rebaño Sagrado.
Jesús Molina para coronar en otro club grande su ya de por sí exitosa carrera. Tiba Sepúlveda, Fernando Beltrán y Raúl Gudiño para conocer la gloria con el equipo que los vio nacer. José Juan Macías para cumplir su promesa antes de irse a Europa. Miguel Ponce para sacarse la espina de ser campeón con Chivas estando en la cancha. Jesús Sánchez para repetir el triunfo como uno de los sobrevivientes de la era Almeyda.
Oribe Peralta para demostrar que todo lo invertido en él no fue un simple gasto. Uriel Antuna para dejar claro que vale lo que costó. Chicote Calderón para seguir ese camino exitoso que la vida le ha puesto en un abrir y cerrar de ojos. Cada uno puede tener motivaciones distintas, pero todos con el mismo objetivo: ser campeones con Chivas.
Por último, no menos importante: el factor Vucetich. El Guadalajara tiene en la banca a un técnico que lo ha ganado todo en cada club que ha estado. No por nada le llaman el Rey Midas. En la actual Liguilla ya ha dado cátedra de su sabiduría estratégica. En un solo partido es capaz de ordenar hasta cuatro parados tácticos, muchas veces con los mismos hombres en el campo.
A Miguel Herrera, por ejemplo, se lo comió en los Cuartos de Final. En cuestión de táctica y estrategia, la banca del Guadalajara está bien cuidada. Su estilo puede o no buscar. Pero su efectividad está fuera de discusión. Y en esta clase de instancias, destaca la importancia de tener un buen entrenador. Por eso, hoy 40 millones de personas pueden ilusionarse, aunque muchos les digan lo contrario. Paso a paso y con calma, pero el sueño nadie se los puede arrebatar. ¿Se puede? Claro que se puede.