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Inteligencia y principios
¿Alguna vez escuchó usted la expresión “te sacaste el tigre en la rifa”? Bueno, pues el pueblo de Jalisco acaba de convertirse en el “afortunado” ganador de dicho sorteo. Tras una muy criticada decisión, será esta la única entidad que tendrá la oportunidad de presenciar en vivo futbol de Liguilla en el Torneo Guardianes 2020.
Tras más de ocho meses de ausencia, los aficionados volverán a la tribuna del Estadio de Chivas, para el duelo de esta noche ante el América. La determinación, como era de esperarse en medio de la pandemia, desató infinidad de comentarios. La mayoría de ellos negativos, sobre todo en contra del gobernador del Estado, Enrique Alfaro.
Comprensible totalmente: hace apenas dos semanas, Jalisco estaba al borde del colapso según las autoridades, se tuvo que activar el Botón de Emergencia y hoy, como acto de magia, todo está “tan bien” que 5 mil 800 personas podrán asistir al duelo de Ida de los Cuartos de Final. Las críticas han sido intensas y el gobierno se ha defendido como puede.
¿Es una decisión incorrecta? A mi entender sí. El mensaje no es congruente con los anteriores ocho meses en los que se privilegió la salud, sin importar que muchas actividades económicas quedaran a su suerte y a punto de quebrar. Ahora se pone por encima una actividad no esencial, meramente de esparcimiento, sin importar el riesgo.
Cada cabeza es un mundo y todos tendrán su propia opinión, que será respetable. Muchos destacarán la activación económica que pueda significar la movilización de 5 mil 800 para reunirlas en un solo lugar. Otros argumentarán que era tan necesario para el desahogo emocional de muchas personas, que los boletos se agotaron en cuestión de minutos. Algo de razón habrá también en eso.
Pero no se trata de caer en una polémica ampliamente discutida durante los últimos dos días. En ese momento, lo importante es ver hacia adelante, pues ante nosotros queda el resultado de la rifa. Y aquella vieja expresión cobra especial importancia: ya nos ganamos el tigre, ¿ahora, qué hacemos con él? No importa ya el gobierno, ni la directiva de Chivas, ni la Liga MX. No tiene caso culpar a nadie de algo que ya está decidido.
El destino de ese tigre está ahora en manos de la ciudadanía. Específicamente, en las de esos 5 mil 800 aficionados que acudirán a la casa de Rebaño Sagrado con la intención de apoyar o de simplemente desestresarse luego de ocho meses sin poder divertirse como solían hacerlo antes de la pandemia que ha hecho del 2020 un año negro.
Hay dos opciones: nos comportamos frente a la bestia para salir sin daño o perdemos el control con el riesgo de llevarnos un zarpazo que perjudique a muchas personas. Los ejemplos vistos anteriormente en México harían pensar fácilmente en la segunda de esas posibilidades. Los estadios en el país que ya recibieron aficionados durante la pandemia tuvieron, en general, malos resultados. Mucha gente no se comportó a la altura de lo esperado.
Precisamente por eso, volvieron a cerrar las tribunas, tanto en el futbol como en el beisbol. Ahora, los ocho equipos que siguen con vida en la Liguilla cuentan con el aval de la Liga MX para llevar gente a sus gradas. Pero sólo Chivas recibió permiso de su gobierno estatal para hacerlo. La pelota está en pies de la población.
Las críticas ya de nada sirven frente a una decisión tomada. Hoy, lo que queda es hacer algo que suena difícil en México: confiar en la empatía y solidaridad de la población. ¿Por qué es difícil? Porque vivimos en una cultura que piensa poco en el prójimo y mucho en el bien propio. Porque vivimos en una cultura donde no son pocos los que creen que el Covid es un invento. Porque vivimos en una cultura donde, desgraciadamente, algunos piensan que “mientras no me mate a mí”, qué más da ser el transporte para que el virus llegue a gente vulnerable.
Esta noche, debemos confiar en que 5 mil 800 personas se comportarán a la altura. Que no habrá desmanes de borrachos, porque afortunadamente se anunció que no habrá venta de alimentos y bebidas. Que nadie acudirá al estadio si siente algún malestar que pueda generar sospecha de Covid. Que las medidas sanitarias se respetarán. Que el protocolo se cumplirá a rajatabla. Que nadie se pondrá terco queriendo ocupar un lugar que no es debido. Que las autoridades sacarán del estadio a quien no quiera usar el cubrebocas todo el partido.
Y sobre todo, necesitamos creer que son los ciudadanos quienes harán que las críticas al gobierno se queden en la anécdota, sin consecuencias para la salud de otros que ni siquiera estarán en el estadio, pero podrían quedar expuestos. Depende de esos aficionados decidir si nos comportamos como es debido para salir ilesos o corremos el riesgo de llevarnos un zarpazo del tigre que, nos guste o no, ya nos ganamos en la rifa.