Visión Financiera
Chivas tiene dos opciones: tirarse al suelo para asumir el derrotista papel de víctima o levantar el pecho con orgullo de equipo grande que sabe sacar fuerza para sobreponerse a los momentos complicados. Es cierto que perderá a hombres importantes para el repechaje que disputará el próximo sábado frente al Necaxa. Pero nadie debe olvidar, especialmente los jugadores, que esto es el Club Deportivo Guadalajara.
De las dos alternativas sobre la mesa, la más fácil de tomar, por supuesto, es la victimización colectiva. La lesión de Alexis Vega desató comentarios más bien pesimistas: “Siempre es lo mismo con a Selección”, “Rivero se pasó, ojalá lo castiguen”, “Ya valimos madre”… Es verdad que el 7 del Rebaño Sagrado es uno de los futbolistas más influyentes del torneo. Su presencia es luminosa. Pero su ausencia no es la muerte.
En dos de esas tres frases puede haber razón. Chivas tiene una histórica mala fortuna cuando se trata de prestar jugadores al representativo nacional: en ocasiones vuelven lesionados y otras veces se los llevan en momentos importantes para la institución. También es verdad que Ignacio Rivero, futbolista del Cruz Azul, se excedió en la fuerza con que barrió sobre Vega en un partido amistoso entre La Máquina y el Tricolor Sub 23. No había necesidad, en un duelo cuyo resultado a nadie le importa.
Pero la última de esas frases, muy leída en redes sociales desde el lunes que se conoció la ausencia de Alexis por lo que resta del torneo (sin importar hasta dónde llegue Chivas), está fuera de lugar cuando se trata de un equipo grande. Eso lo tendrían que comprender todos: jugadores, directivos, cuerpo técnico y, por supuesto, también los aficionados. En un club de tal magnitud, el fatalismo previo debería estar prohibido.
El Rebaño no se hizo Sagrado por arte de magia. En su esencia está el luchar contra la adversidad. El espíritu combativo no puede ser negociable. La mentalidad de ganar más allá de las circunstancias tiene que estar siempre presente. Sí, es un jugador importante, diferente, definitivo… pero los demás deben demostrar que están a la altura. Si no, quedará claro que el Guadalajara no es su lugar.
Muchos de los que superaron esa primera ausencia con la idea firme de que Chivas es capaz de sobreponerse, sucumbieron ante la segunda mala noticia: José Juan Macías tampoco estará disponible. JJ se perdió los últimos dos partidos de la fase regular y no estará en el repechaje debido a una nueva lesión. “Ahora sí, no hay modo, ya valimos madre”, pensaría más de alguno.
¿Es más difícil el panorama? Claro que sí. ¿Chivas está condenado? Claro que no. ¿Se puede asumir el papel de víctima? Prohibido. En un club grande no. Esté quien esté, la camiseta del Guadalajara se defiende con el alma. Y la historia es testigo de que cuando las almas de 11 mexicanos se alinean debidamente, todo es posible.
Así que, si alguien pregunta, siempre preferiré la segunda opción planteada al inicio de este texto: levantar el pecho con orgullo de equipo grande. ¿Acaso ya olvidamos el pasado? Sin ir muy lejos, en el Clausura 2017, Chivas perdió a Isaac Brizuela en la fase regular tras la artera patada de Rubens Sambueza y no volvió a jugar. Para el arranque de la Liguilla se sumaron dos lesiones más. Ángel Zaldívar y Rodolfo Pizarro no podrían jugar frente al Atlas en Cuartos de Final.
Pizarro era el cerebro del equipo que dirigía Matías Almeyda y Zaldívar era un buen acompañante de Alan Pulido en el ataque. “Ya valimos madre”, pensó más de alguno en aquel momento. Pero no el plantel, que levantó el pecho con orgullo de equipo grande. El resultado lo conocemos todos: Pizarro regresó en la recta final de la Liguilla y Chivas consiguió la 12.
Ser víctima es muy sencillo por una razón: no requiere esfuerzo alguno. Ser víctima es para los flojos. Es facilísimo asumir esa postura. Lo difícil es plantarse frente a la adversidad y vencerla. Eso es lo que un equipo grande debe hacer. Sin importar las ausencias, la exigencia es exactamente igual y si no se supera el repechaje, el fracaso será del mismo tamaño… pero si se avanza, la historia es testigo de que las almas alineadas de 11 mexicanos son capaces de todo.