¡¡¡PLOP!!!
Hay que vivir (en ocasiones basta con haber vivido) en Guadalajara para sentir el Clásico Tapatío en la magnitud que se merece. Un debate es sostenido entre los aficionados de Chivas desde hace muchísimos años: ¿cuál rivalidad es más importante, contra el Atlas o contra el América? Y aunque cada persona tendrá su muy respetable opinión, para responder a esta pregunta la mayoría de nacidos en la Perla Tapatía no suelen tener duda.
Quienes no son de esta ciudad tal vez apuestan por la lógica: el Clásico Nacional, no se puede negar, tiene una mayor trascendencia, por tratarse de un duelo que interesa fuertemente en dos países y que convoca a las dos más grandes aficiones que tiene el futbol mexicano. A eso se le suma el trato mediático que recibe el Chivas-América y la respuesta a la interrogante inicial parecería sencilla.
Un gran porcentaje de la nación rojiblanca estará de acuerdo en coronar al duelo frente a las Águilas como el partido más importante del Rebaño Sagrado en la fase regular de cualquier torneo. Todos aquellos que viven en cualquier parte que no se llame Guadalajara. ¿Por qué habría de cambiar la percepción entre quienes son nacidos en la Perla Tapatía?
Eso se puede responder de muchas maneras. Esta es una ciudad de tradiciones heredadas. No es poco común aquí escuchar expresiones como “mi familia es de Chivas” o “mi familia es del Atlas”. Los colores de un equipo de futbol se convierten con el tiempo en uno de los mayores patrimonios que pasan de generación en generación… y cuando alguien se “rebela” para enfundarse en la camiseta contraria, causa revuelo en el núcleo familiar.
Guadalajara es también una ciudad con buen humor. La “carrilla” alrededor del futbol fluye de manera natural. Y el Clásico Tapatío es, por mucho, el partido con mayor reacción posterior. En la escuela, la oficina o en la familia (si es que se llegan a dividir los colores), las burlas serán interminables para aquel que haya resultado perdedor.
Su mayor penitencia será aguantar un torneo completo hasta tener nuevamente la oportunidad de toparse con el odiado rival. Largos meses en los que seguirá tolerando burlas, en los que cualquier compañero de trabajo aprovechará la más mínima oportunidad para recordarle aquella noche en la que su equipo fue derrotado en el Jalisco o en el Akron. La única alternativa que tendrá será mascullar algún insulto, digerir las risas en su contra y esperar la revancha.
Al chiva de Guadalajara le duele tal vez más perder con Atlas que con América. Frente a las Águilas es un tema entre iguales. Son dos grandes. Pero ante los Zorros, la derrota se vuelve especialmente humillante cuando se compara la historia, triunfos y trascendencia de ambos clubes en el futbol mexicano. Son equipos de muy distinto tamaño.
Por eso, en esta ciudad no se olvida el gol del “Chima” Ruiz para eliminar al Atlas la primera vez que se toparon en una Liguilla… o los tres goles de Luis García… o la chilena de Robert de Pinho que todavía duele a los rojiblancos… o la humillación del 4-1 que provocó una invasión de cancha… o el triplete de Alexis Vega. Lo que se escribe en el libro de historia del Clásico Tapatío nunca se borra.
El sábado, una nueva página habrá de escribirse. La fiesta no será la misma sin aficionados en las gradas, pero tocará a los futbolistas recordar que este partido es para la ciudad algo memorable y que trasciende las fronteras establecidas por el tiempo: en la Guadalajara futbolera, todos quieren heredarle a sus hijos colores que vayan acompañados de historias de éxito.