
La guerra de aranceles entre Estados Unidos y China
Trump amenaza con nuevos aranceles si México no le da agua a Texas
Donald Trump ha vuelto a colocar a México en la mira, esta vez con una amenaza conocida pero no por ello menos grave: imponer aranceles o incluso sanciones si nuestro país no entrega a Texas el agua que —según él— le corresponde bajo el Tratado de Aguas de 1944.
La advertencia no es nueva. Ya en 2020, durante su primer mandato, Trump presionó al gobierno mexicano con argumentos similares, acusando a México de incumplir el tratado. En aquel entonces, el conflicto se trasladó a las presas del norte del país, especialmente en Chihuahua, donde la resistencia de los agricultores frente al intento del gobierno federal por liberar agua derivó en choques con la Guardia Nacional, protestas masivas y una crisis que dejó heridas abiertas.
El Tratado de 1944 establece compromisos bilaterales entre México y Estados Unidos sobre el uso de las aguas compartidas del Río Bravo y el Río Colorado. México debe entregar un promedio anual de 431.7 millones de metros cúbicos a Estados Unidos, mientras que recibe más del triple del Río Colorado. El acuerdo ha sobrevivido crisis, sequías e incluso conflictos diplomáticos, pero lo que está en juego ahora es otra cosa: la estabilidad de una relación que Trump insiste en tensar cada vez que le conviene.
Hoy, con Trump nuevamente en la Casa Blanca, la amenaza se repite. Bajo su lógica, cualquier incumplimiento —real o imaginado— amerita una represalia comercial. Y eso deja a México en una posición de vulnerabilidad que no depende únicamente del clima o de la escasez de agua, sino del vaivén político de nuestro principal socio comercial.
Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado que se cumplirá con el tratado, lo cierto es que la incertidumbre no desaparece. Cada ciclo de entrega se convierte en una carrera contra el tiempo, con agricultores preocupados por el impacto local, gobernadores enfrentados con la federación y una relación bilateral que se mueve entre el acuerdo técnico y la amenaza política.
México debe respetar sus compromisos internacionales, pero también debe defenderse de los chantajes disfrazados de diplomacia. No se puede gobernar con amenazas, ni dentro ni fuera del país. Y tampoco puede seguirse administrando el agua al filo del desastre, sin una estrategia de largo plazo que permita cumplir con los tratados sin poner en riesgo a nuestras comunidades.
Trump lo ha dejado claro: su relación con México estará siempre condicionada a sus intereses personales y a su forma de hacer política. Y eso obliga a México a prepararse, no solo para administrar el agua, sino para lidiar con un vecino que cambia las reglas cada vez que se siente incómodo.