Otra vez arden los caminos michoacanos que conducen al corazón de la Tierra Caliente.
Apatzingán, Uruapan y Zamora son los enclaves alcanzados por la furia desatada tras la captura de una veintena de criminales –de la organización delictiva conocida como Los Viagras– lo cual sólo ha servido para avivar el fuego que se extiende sin control a pesar de las advertencias autoritarias.
A seis meses de haber asumido el poder en Michoacán, a Silvano Aureoles se le viene encima los que en realidad era una fachada mal apuntalada.
La intervención federal encabezada por el ex comisionado Alfredo Castillo Cervantes finalmente no resolvió el problemón derivado de la narco violencia. Aquel virrey de Apatzingán –enviado de Los Pinos–aplacó los ánimos sin importar los medios. Repartió poder entre grupos armados dizque civiles; pactó con el “diablo” para borrar los restos de La Familia Michoacana y vencer a Los Caballeros Templarios de La Tuta; barnizó lo ilegal de legal; metió a la cárcel a rebeldes como José Manuel Mireles… y se inventó el cuento de la policía rural. Todo en afán apremiante de calmar los ánimos.
Tres clavos y una manita de gato resultaron insuficientes para remozar el cuarteado jacal michoacano sin cambiar los cimientos podridos.
El despliegue de fuerzas federales, cobijadas bajo el manto de la efímera Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, escondió la basura debajo del tapete para poder pavimentar el camino del proceso electoral. Nadie se percató, o mejor dicho, todos ignoraron que el infierno seguía apestando a gasolina.
Un chispazo bastó para volver a incendiar la vieja zona de conflicto. Un supuesto golpe de autoridad reveló que la Tierra Caliente sigue siendo tierra del crimen. El poder de fuego de Los Viagras viene a mostrar que las raíces del conflicto permanecen intactas.
Las autoridades estatales, y qué decir de las municipales, carecen de fuerza para enfrentar al enemigo; los municipios son tan débiles como antes la intervención federal que finalmente poco abonó para reforzar el eslabón más débil del estado.
En contraste, los nuevos grupos criminales quedaron intactos; Los Viagras y células del mal llamado Cártel Jalisco Nueva Generación disputan a sangre y fuego una región estratégica para la elaboración y trasiego de drogas.
La paz en Michoacán termina siendo un mito; un sueño de pesadilla.
EL MONJE PSIQUIATRA: Mientras Silvano sufre, el viagra medicinal, Belinda y El Buky no alcanzan a consolarlo.
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