Ningún país, excepto Estados Unidos, se salva de la anemia financiera. La desaceleración de la economía china y el desplome de los precios del petróleo provocan vientos de tormenta y pánico.
Una nueva sacudida se registra en las monedas de los países emergentes y arrastra al peso mexicano a un mínimo histórico de 19.05 frente al dólar (de acuerdo con datos de Banamex). La moneda nacional acumula una caída de 2.98% en tres sesiones consecutivas a la baja.
Para nosotros, un elevado precio del dólar se percibe como síntoma de inestabilidad. Justificaciones y pronósticos optimistas son arrasados por el pesimismo, a pesar de que la autoridad hacendaria reitere que los factores externos hacen que el peso luzca flaco, subvaluado, nada que ver con la verdadera salud de la economía nacional.
Analistas coinciden: nuestro país tiene la casa en orden; no enfrenta un déficit excesivo, las reservas se encuentran en buenos niveles y ya no dependemos tanto del precio del hidrocarburo.
Vale aclarar que la baja de peso del peso no ha impactado a la inflación porque las materias primas han bajado de precio al igual que algunos productos y servicios como la electricidad, la gasolina (centavitos) y la telefonía celular.
No obstante, los artículos relacionados con tecnología, vehículos, ropa y calzado de importación no han podido resistir los efectos nocivos del súper dólar. Si las secuelas del golpe al peso hasta ahora han sido limitadas, es también porque miles de comerciantes han absorbido el incremento de costos, simple y sencillamente porque si no lo hacen dejarían morirían de inanición.
Al mismo tiempo, el gobernador del Banco de México alerta sobre la ruda dieta que promete el futuro inmediato. El desmoronamiento de Brasil y la posible quiebra de empresas petroleras por la crisis de precios, así como de los bancos acreedores de tales consorcios, acentuarían el sentimiento de hambruna.
Por lo pronto, hay cierta falta de confianza ante un eventual fracaso de los pronósticos oficiales a lo cual debemos sumar la especulación cambiaria producida por el juego perverso de quienes pretenden ganar a río revuelto… y la estupidez de aquellos que compran caro esperando una hecatombe.
Total, éramos muchos… y parió la abuela.
EL MONJE JAROCHO: Bailar el tilingo-lingo, como el amor y el odio, también es cosa de dos (o tres). ¿Yunes contra Yunes pelearán en familia el round final por Veracruz? Ay que bonito es bailar, el son del tilingo-lingo, que lo pueden zapatear, tanto el chino como el gringo.
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