No han bastado 500 años desde aquel encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés para haber erradicado los sacrificios humanos en estas tierras. Fue un 8 de noviembre de 1519, cuando Hernán Cortés y Moctezuma, se encuentran en los linderos de la otrora Tenochtitlán. Hoy a 500 años, la maldición de Huichilobos se vuelve a postrar sobre el águila y la serpiente.  Desgraciadamente, vemos masacre tras masacre. No termina de correr la sangre. No ya solo en la gran urbe sobre el lago, sino, en todo territorio nacional.

La tremenda, triste, impactante noticia de las ejecuciones a la familia Le Barón en los límites de Sonora y Chihuahua, el llamado “Culiacanazo”, escena de guerra. Ejecutados aquí y allá. Fosas clandestinas, allá y acullá. Muerte, muerte, muerte.

Si bien el advenimiento de Cortés y sus huestes, que iniciaron la conquista y civilizaron estas tierras, hoy parece, todo ello, haberse diluido. Se salvan 300 años de la llamada Época Colonial, en la que hubo más paz y progreso, que abusos. (Aunque se haya borrado de la historia oficial).

Después, en la llamada Guerra de Independencia se vuelve a derramar la sangre de mexicanos. Sacrificios innecesarios. Autonomía que se hubiera conseguido incruenta, pero no, parece que algunos gozan al cubrir de escarlata los campos, las ciudades, los santuarios.

Y así, el devenir de nuestra historia marca guerra tras guerra; ese espíritu bélico o rebelde que vive en muchos que no advierten que la paz es mejor que la amenaza, la diatriba, la descalificación.

Otro punto de inflexión, la llamada Revolución Mexicana, otra guerra fratricida donde la ambición de varios estaba por encima del sufrimiento de muchos. Se suscitaron horrendas crueldades. Violaciones, robos, vejaciones, y muerte, muerte y más muerte.

Luego, vino cierto periodo de paz duradera, casi 80 años, donde hubo crecimiento, progreso. Claro, con algunas bajas, pero, paz al fin.

Hoy en día, después de 500 años, no imaginamos que volveríamos a estar en esa situación de guerra, de odio entre tribus, hoy de odio entre fifís y chairos o, entre neoliberales y conservadores, entre narcos y gente decente, entre políticos y  pueblo bueno”, etc., etc.

No nos bastaron 500 años, parece que hay que volver a empezar y ¿vamos a esperar que vuelva Quetzacoatl o trabajaremos unidos para rescatar a nuestro país de los peligros que lo acechan?