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GUADALAJARA, Jal., 19 de enero de 2021.- Un 19 de enero pero de 2010, Óscar Antonio López Enamorado desapareció en Jalisco; viajo desde Honduras y su destino final era el sueño americano. No dejó rastro ni huella, o cómo se dice popularmente, se lo tragó la tierra.
Después de 11 años de incertidumbre y de angustia por no saber nada de su hijo, Ana fue orillada a iniciar una búsqueda incansable por Óscar.
Vino a México desde Honduras para buscarlo y aquí comenzó a acompañar a otras madres y familiares cuyos seres amados también están desaparecidos en México.
Ana, valientemente alzó la voz. Hizo todo lo necesario para que en México se reconociera que además de los miles y miles de desaparecidos mexicanos hay otros miles y miles de personas no localizadas migrantes.
“Son personas que el Estado mexicano debería proteger en su tránsito migratorio pero que, sin embargo, no sólo no protege sino que viola sistemáticamente sus derechos humanos, como el derecho a ser buscado y localizado”, detalló.
La madre de Óscar fue a Europa para llevar la exposición de Huellas de la Memoria, donde fue privada de la libertad por agentes migratorios franceses por su nacionalidad y a pesar de ello no permitió que su lucha terminara.
“Conseguí mi libertad y entonces decidí caminar las rutas de la Caravana Migrante en Italia, exponer las Huellas y contar mi historia y la de las madres centroamericanas que no se cansan de buscar a sus hijos, a sus familiares o amigos que desaparecieron”, mencionó.
La lucha de Ana por encontrar a su hijo ha sido incansable, pese a las adversidades, ella jamás se dará por vencida, y seguirá exigiendo a las autoridades mexicanas velen por la seguridad tanto de los habitantes, como de los extranjeros.