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GUADALAJARA, Jal., 27 de mayo de 2020.-Después de más de dos meses de inactividad por la emergencia sanitaria del Covid 19, la situación de los calandrieros de Guadalajara es insostenible, pidiendo prestado por todos lados para alimentar a sus familias, algunos tuvieron que tomar empleos mal pagados en otros lados, como describió Rafael Méndez Barajas, quien tiene 41 años en este oficio y tuvo que tomar la dolorosa decisión de vender uno de sus caballos, dice que no entiende por qué el gobierno estatal invertirá en obras, y no en la gente.
“Ahorita hay muchísima gente que vive el día a día y dicen que el préstamo que hicieron lo va a utilizar, lo único bueno, en los hospitales, pero de ahí en más, en seguridad no tenemos nada, está el robadero donde quiera, siempre ha habido, nunca hemos tenido seguridad, que es a obras públicas, ¿obras?, ¿ahorita?, ¿con la pandemia?, ¿le interesan más las obras que la gente?, se me hace realmente ridículo.”
Dijo que sí recibió el apoyo de 5 mil pesos para el programa emergente a quienes perdieron su empleo para la contingencia, pero prácticamente sólo le alcanzó para pagar sus deudas adquiridas, de otros programas, sólo su mamá fue beneficiaria de una despensa que tampoco alcanzó para mucho.
Rafael Méndez consideró que es triste y desolador ver el centro de Guadalajara sin las tradicionales calandrias que la llenaban de color y tradición, sobre todo porque no saben para cuándo les van a permitir regresar porque las autoridades los consideran actividad no esencial que pertenece al sector turístico y que será de los últimos en activarse.
Don Rafa, como lo conocen sus compañeros, describió con la voz quebrada que una de las decisiones más difíciles que tuvo que tomar fue vender uno de sus dos caballos, porque para él, más que un animal, un instrumento de trabajo, era un integrante de su familia, y su único consuelo es que lo sigue viendo, cuando acude al establo de Huentitán a alimentar a su otro caballo que aún le queda, pero su tristeza aumenta cuando su ex compañero de cuatro patas lo reconoce y relincha para saludarlo.
Dijo que afortunadamente los calandrieros de Guadalajara aún reciben apoyo con pastura para seguir alimentando sus caballos, no lo necesario, pero sí lo indispensable para que no enfermen, y sólo le queda esperar a conocer lo que decidan las autoridades federales, estatales y municipales para que puedan regresar a las calles del centro tapatío que hoy lucen solas sin su presencia.