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El 5 de junio se acerca y nuestro país se encontrará frente a 13 elecciones para elegir figuras como gobernador, diputados y ayuntamientos. Pronto las personas de estos estados dejarán de ser bombardeados de spots sin propuestas, de espectaculares que contaminan nuestras ciudades y de la propaganda electoral basura. Todo terminará, pero lo que los ciudadanos hagan este domingo repercutirá en la vida de millones de personas.
Las personas involucradas tanto en las campañas como en instituciones se han concentrado en buscar un mayor número de participación ciudadana mediante el voto (que por cierto creemos que debemos alejarnos de la idea de que participación ciudadana se ejerce exclusivamente en las elecciones). Y no es para menos la llamada al voto constante. En México, tenemos una fuerte crisis de abstencionismo: en la última elección presidencial salieron a votar apenas el 62.08% de integrantes del padrón electoral, siendo así que apenas el 38.21% de los ciudadanos que acudieron a votar fueron quienes eligieron al que el día de hoy es nuestro presidente. Y si eso no es desalentador, cuando se presentan las elecciones intermedias la cosa se pone aún peor ya que, por ejemplo, durante las elecciones intermedias de 2015 se registró la participación ciudadana de apenas 46.9% del total de personas con la posibilidad de votar.
En este espacio quiero responder las dos preguntas que más nos han realizado al visitar otros estados del país: ¿por qué votar? y ¿cómo decidir nuestro voto?
Acerca de la primera, es importante ejercer nuestro derecho, pero más importante aún es mostrar nuestra fuerza y voluntad como sociedad. Toda persona tiene la libertad de ejercer su derecho al voto de la manera que mejor prefiera. Sin embargo, lo importante es hacer uso de la herramienta de una manera consciente y crítica; viendo el voto no como la única forma, sino como una de las tantas maneras en que las personas podemos demostrar la fuerza, confianza y agendas. Muchos dicen que la política no es otra cosa que corrupción, desasosiego, privilegios indebidos. Yo siempre les respondo que precisamente por eso es que debemos involucrarnos. Abandonar la política es renunciar a la oportunidad de disputar estos espacios para hacer un mejor gobierno.
Para la segunda, aquí se requiere un poco más de esfuerzo. Hay que comenzar por informarnos de las distintas plataformas políticas, qué compromisos han firmado, ver quién ha presentado su 3de3 y, sobre todo, tener memoria histórica de los candidatos (¿qué logros y fracasos ha tenido el candidato? ¿ha cumplido compromisos de su puesto anterior?).
Además, en esta elección hay más componentes que agregar. Las personas ven en las candidaturas independientes una alternativa a los partidos y al voto nulo. Por un lado, el voto nulo es una forma de expresar la falta de confianza hacia las personas que contienden los cargos y es tan grave esta crisis de representatividad que en pasadas elecciones el voto nulo se posicionó como la tercera fuerza política en algunos estados. Por otro lado, que quede claro las candidaturas independientes no son una plataforma política por sí sola, son herramientas como también lo son los partidos. Es por eso que no debemos tampoco votar por una candidatura independiente sólo porque es una candidatura independiente, sino revisar la plataforma y ver qué ofrece dicho candidato.
Todo lo anterior forma parte de nuestra responsabilidad ciudadanos de a pie pero también hay que hablar sobre la responsabilidad de las y los candidatos establecer plataformas realistas y que las propuestas establecidas no sean más un show mediático fuera de las posibilidades. Jugar con la credibilidad de las personas, no sólo causa enfado, sino también ignorancia sobre las facultades y alcances que puede tener un representante en ciertos cargos. La política sin propuesta, hecha por la partidocracia, por el interés personal sobre el público, por el recibir dádivas por debajo de la mesa, debe acabar. Este tipo de grilla se realiza tanto en partidos como en candidaturas independientes.