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GUADALAJARA, Jal., 2 de abril de 2024.- A falta de trabajos bien retribuidos y el ambiente laboral decadente, son las principales causas por las que cada vez más jóvenes recurren al autoempleo. Así lo declaró la Directora del Centro para la Calidad e Innovación de la Educación Superior del CUCEA, doctora Elia Marúm Espinosa.
En el censo de 2022, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) expuso que 59 de cada 100 personas, de entre 15 y 29 años, se encontraba en la informalidad laboral; para el primer trimestre de 2023, en Jalisco había 1 millón 317 mil 791 jóvenes en esta situación.
“Las oportunidades para los jóvenes son pocas, y mal pagadas; a esto se le suma que cada vez más personas se acercan a causas sociales, lo que hace que el panorama del emprendimiento crezca y se fortalezca la cultura de la sustentabilidad social”, dijo Marúm Espinosa.
Señala que a diferencia del emprendimiento individual, los emprendimientos sociales priorizan una causa colectiva, y con ello buscan como primer objetivo ayudar y no enriquecerse. Con las políticas de sustentabilidad que hoy día existen, las empresas convencionales deben comenzar a ser socialmente responsables.
“El emprendimiento social, en los últimos años, ha sido impulsado principalmente por mujeres jóvenes, ya que se involucran más en temas de apoyo, sustentabilidad y redes colectivas; sin embargo, las emprendedoras atraviesan más factores limitantes que los hombres”, subrayó.
Lo anterior, explicó Marúm Espinosa, tiene que ver con los procesos de financiamiento, que prevén una tasa de vida de emprendimientos sociales de mujeres no mayor a los tres años; esto ha cambiado por dos factores: el apoyo de la universidad y programas gubernamentales, así como las redes de apoyo que se han generado para crecer en colectivo proyectos afines.
Un comunicado de la Universidad de Guadalajara, señala que si bien una gran parte del autoempleo se basa en micro negocios sociales o sustentables, hay un porcentaje significativo que únicamente ofrece productos de forma regular en espacios abiertos, muchas veces sin un plan de desarrollo que les permita establecerse y no brindan una contribución social.
“Es importante no hacer una tiangüización, sino que a partir de la iniciativa de vender un producto se pueda incubar un proyecto que tenga impacto y pueda ser cada vez más sostenible”, apuntó Marúm Espinosa.
Cabe señalar que la Universidad de Guadalajara cuenta con el Observatorio Tecnológico IDITpyme, donde se incuban y brindan apoyos a jóvenes emprendedores y mujeres que comiencen o quieran escalar algún proyecto. Se les ofrecen herramientas para que sus negocios sean sustentables y sociales, lo que ayuda a que a largo plazo puedan tener una causa bajo su estandarte de trabajo y que no sólo ofrezcan un producto.
Encontrar el ángulo funcional del emprendimiento social ayuda a modificar la competitividad económica, pero al mismo tiempo da espacios saludables, en los que los colaboradores sienten que su trabajo tiene un propósito; esto puede ayudar a generar cambios sociales, así como mejores empleos y salarios justos para las juventudes.