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GUADALAJARA, Jal,. 26 de enero de 2021.- Un 26 de enero de 2020, partió de forma inesperada y trágica el basquetbolista de los Lakers Kobe Bryant, a los 41 años en un accidente de helicóptero que tripulaba junto a su hija Gianna y ocho personas más en Calabasas, Estados Unidos, dejando desde entonces un hueco difícil de llenar, no sólo en la organización de la que era miembro, como la NBA, sino en todo el deporte.
Fue poco antes del medio día que la noticia salió a la luz y tras unos momentos de incertidumbre, zozobra y sobre todo, el pedir que todo quedara solamente en una noticia falsa, el hecho se confirmó: Kobe había dejado el mundo terrenal, para pasar al sitio de los inmortales, por sus grandes hazañas en las duelas bajo la casaca de los Lakers de Los Ángeles, primeramente con el dorsal 8 y después con el 23.
Minutos más tarde, cientos de fanáticos se postraron en las inmediaciones del Staples Center, todavía con el impacto del acontecimiento e incredulidad en el rostro, para realizarle un homenaje de forma improvisada, al llevar veladoras, carteles con su nombre y enfundados en los jerseys que utilizaba en los partidos. En el interior del recinto, se llevaba a cabo la entrega de los Grammy y hasta ahí llegó la lamentable noticia.
Como deportista, uno de los más grandes recuerdos que se tienen es la descomunal actuación que tuvo un 22 de enero de 2006, cuando Black Mamba dio quizá, su mejor actuación al anotar 81 puntos en la victoria de sus Lakers frente a los Raptors de Toronto con pizarra final de 122 a 104, lo que es hasta ahora la segunda mejor marca en la historia, sólo por debajo de las 100 unidades que hizo Wilt Chamberlain con los Philadelphia Warriors en 1962 y tuvo mucho más resonancia, pues lo compararon con otro mítico como Michael Jordan, quien en su carrera, no pasó la barrera de los 70 puntos (quedó en 69).
Pero no solamente dejó un legado por sus brillantes actuaciones en las Arenas, sino también fuera de ellas, con frases que se quedaron marcadas para la posteridad, como cuando habló sobre el trabajo diario del ser humano, al declarar:
“No tengo nada en común con las personas perezosas que culpan a otros por su falta de éxito. No hablamos el mismo idioma. Grandes cosas provienen del trabajo duro y la perseverancia. No hay excusas”.
O cómo cuando se le cuestionó sobre los sacrificios que había hecho para lograr ser una estrella del baloncesto.
“Tienes enfrente a unos de los mejores del mundo en lo que hacen. Para mí eso es mucho más especial que estar en Los Ángeles y ver a celebridades, porque es un atleta contra otro atleta. Entiendo lo que hacen pasar a sus cuerpos para llegar allí, así que hay un respeto y admiración mutua”.
Tras su fallecimiento, se desencadenaron diversos problemas alrededor de su familia, pues se especula que la herencia que le dejó a su esposa Vanessa e hijas, quedará en poder de la viuda, con una cifra estimada de 200 millones de dólares. Dejó varios autos de lujo, la mansión ubicada en Newport Beach, en Los Ángeles, California y una residencia que utilizaba para pasar fines de semana con su familia, la cual fue vendida en 2 millones de dólares, posterior al viaje de Bryant al cielo.
A 365 días, la ausencia de Kobe es más que notable y su recuerdo seguirá por siempre, tanto en los corazones de los fanáticos de los Lakers, cómo a quienes aman entrañablemente el deporte ráfaga.