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Aficionado encara a García y pide renuncias
GUADALAJARA, Jal., 09 de mayo de 2020.- En el marco de los festejos del 114 aniversario de las Chivas, el club dio cerrojazo al recuerdo con leyendas en el último día de un evento denominado ChivaFest: Demetrio Madero, Alberto Guerra y Ramón Morales Higuera, fueron los invitados especiales.
El programa fue especial, ya que aunado al onomástico rojiblanco, el estratega campeón con el Rebaño en la campaña 1986-87, Alberto Guerra López, cumple 76 años. La charla de esta noche fue en homenaje a Tomás Balcázar, quien falleció el pasado 26 de abril por la madrugada.
El primero en dar testimonio de lo que dejó el abuelo del Chicharito fue Ramoncito Moráles, quien lo recuerda más fuera del terreno de juego.
“Era una persona que daba sus consejos claros, directos, usando siempre malas palabras, pero, fue una persona muy importante para mí, cuando llegué a Guadalajara no tenía familia, mis hijos llegaron después y empecé a tener relación por su nieto Javier (Chicharito) que era mi compañero de cuarto y al final se convirtió en mi familia: Un día después de un partido a las 12 del día, acabando pues nos fuimos a comer a su casa y sale ahí donde vive, a la cochera y me dice: vente pen…sativo, vamos a la tienda. Yo le iba a abrir la puerta del coche y me dice: no, vámonos caminando y le digo ¿por qué? La tienda está algo lejos y para que usted no se canse y me dice: no, porque hoy te vi en el partido y creo que te hizo falta correr, así que ándale mi rependejo, vámonos a correr”, cuenta Ramón, provocando las risas de Guerra y Demetrio.
Llegó el turno para Demetrio Madero al recordar momentos de cuando Balcázar González era auxiliar de Alberto Guerra en la campaña del campeonato contra Cruz Azul.
“Conmigo sucedió algo que, alguien una vez en el D.F le preguntó al viejo Balcázar, como yo le decía, le dijo: Tomás ¿no andabas por Vallarta? Porque este cabrón es igualito a ti ¿no será tu hijo? Entonces ahí Empezó a decirme hijo y junto con Lucha, su mujer y era alguien muy espontáneo, alguien que tenía una forma muy peculiar de llamarte la atención. Recuerdo muy bien que estaba jugando el Pituco López (q.e.p.d.) y en el primer tiempo sale el Pituco, se lo encuentra el viejo y le dice: ¡ay, cabrón! Por poco lo consigues. Le contesta el Pituco: ¿Qué? Empatar, cabrón, vamos ganando pero estabas necio a empatar. Ese era el viejo”, recuerda Deme, mientras, al igual que Ramón, hizo sonreír a los presentes.
El maestro Guerra rememora las virtudes del personaje rojiblanco y reveló la posible razón por la que Tomás no decidió hacerse cargo del banquillo tapatío.
“Tomás nunca perdió barrio. Distinguía claramente el juego, como él lo concibió en el barrio y cómo fue evolucionando el mismo juego hasta convertirse en un deporte de competencia, rodeado de exigencia. De mercadotecnia, publicidad… Donde ponías su habilidad en competencia con un adversario y eras capaz de superarlo y reírte, o asumir la derrota con filosofía. Eso era lo que tenía Tomás, y por eso yo creo que nunca asumió la responsabilidad de ser el Director Técnico”, expuso el auxiliar de Javier de la Torre en la época del Campeonísimo.
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