
Cruz Azul gana, golea y casi gusta: espera a América o Chivas
GUADALAJARA, Jal., 9 de agosto de 2021.- Alejandra Orozco pertenece ya a un selecto grupo en el deporte mexicano: es doble medallista en Juegos Olímpicos. Este lunes, la clavadista tapatía hizo un recuento de lo vivido en Tokio 2020, donde se colgó la presea de bronce junto a Gabriela Agúndez, en la prueba de sincronizados plataforma de 10 metros. Hoy disfruta y dimensiona de otra forma el éxito, pues la primera vez que subió al podio era todavía una niña.
“La primera medalla yo tenía 15 años, no dimensionaba dónde estaba, yo estaba viviendo los Juegos como si estuviera en Disney, estaba feliz, no sabía lo grande que era. Me habían guiado en ese momento, después llega la segunda etapa, que yo quería repetir, pero tuve que pasar muchos momentos de cambio y adaptación, tanto físicos como mental”, explicó.
“Mi historia fue al revés, yo empecé con una medalla olímpica y luego tuve que ir cumpliendo los pasos de Panamericanos, Juegos Olímpicos de la Juventud, Series Mundiales, yo ya iba con ese compromiso personal, la responsabilidad de que yo ya era medallista y tenía que repetir. Llegué a Río a lo mejor un poco más confusa, pero Río me dejó mucho aprendizaje. Fue el momento en que dije Ale tiene que crecer, tiene que ser una nueva Ale, no puedo hacerlo sola, tengo que buscar a los expertos en cada área, ellos me darán herramientas, lo haremos en equipo y si quiero llegar a Tokio, tengo que hacerlo comprometida, no puedo tirar la toalla. Así fue desde el día uno, Gaby y yo hicimos muy buen equipo”, añadió.
“Desde el primer día lo soñamos, lo trabajamos, yo traté de guiarla con las herramientas que me han dado, con lo que me había ocurrido en el pasado, pero ella también es una niña que ya traía experiencia es pequeña, es medallista de Juegos Olímpicos de la Juventud. Ella traía esa hambre de llegar a Juegos Olímpicos, eso nos ayudó mucho a unirnos más. En Tokio la cobijé, la guié un poquito, pero ella también inyectaba energía a este sincronizado, inyectaba hambre y ganas de llegar al resultado. Ella hizo mucho en cuanto a que se vino aquí, se le cobijó como estado, después de la pérdida de su entrenador. Entonces, nosotros de una manera la cobijamos, pero ella también vino a darnos muy buena energía, dio muy buen sazón al equipo, a Jalisco. Creo que eso es también lo que da el resultado, puso la cereza del paste”, sentenció Alejandra Orozco.
Enseguida, recordó lo difícil del trayecto recorrido. “Este es el resultado, es la cereza del pastel, pero ha sido un camino muy largo. Este resultado lo hice con Gabriela Agúndez, lo hicimos aquí, con el equipo, las instalaciones y el apoyo del Code. Yo nacida, crecida y orgullosamente tapatía. Primero yo llevo todo el ciclo con Gaby, trabajamos de cero, creamos el sueño, el objetivo. Fuimos año con año, ganándonos nuestros lugares para competir en Copas del Mundo, en los Mundiales. Este año a pesar de la pandemia ya teníamos nuestro lugar para ir a buscar el boleto a la Copa del Mundo, lo hicimos muy bien, quedamos ya con la plaza para México. Pasamos una serie de incertidumbres como conocen para llegar a defenderla y que esa plaza tuviera nuestro nombre. Desde que supimos que era nuestra, Gaby y yo nos enfocamos, la verdad nos fuimos en el camino recto porque sabíamos que era posible esa medalla, sabíamos que estábamos en la jugada, pero que iba a ser difícil, que teníamos que estar concentradas, ir paso a paso y llegar con todo”, relató.
“Los días previos estuvimos muy concentradas, trabajamos mucho, llegamos a las instalaciones de la Villa. Para mí fueron mis terceros Juegos Olímpicos, los viví muy padre, muy diferente, eso sí, pero creo que Gaby y yo nos supimos guiar, ayudarnos una a la otra para no perder el enfoque a pesar de las diferencias y todo lo que estábamos viviendo. Llegó el día de la competencia, dormimos muy bien, agarramos el horario, estábamos tranquilas, habíamos entrenado lo que se había podido, yo llegué con una pequeña lesión, pero entrenamos tranquilas. Llegó el día de la competencia, sólo me acuerdo mucho que Gaby y yo nos abrazamos, sabíamos que nuestro cuerpo había entrenado tanto, que sabría hacer los movimientos en el momento. Disfrutamos cada clavado, yo casi no veo el tablero, Gaby llevaba las puntuaciones, yo guiaba a Gaby para hacer los clavados bien y ella llevaba un poco la competencia para saber las puntuaciones, en qué lugar íbamos acomodadas”, continuó la clavadista.
Y recuerda cómo fue imposible contener la emoción al ver a las japonesas fallar su último clavado, lo que abría la puerta del bronce para las mexicanas. “Hicimos nuestro trabajo muy bien, terminamos el último clavado contentas, satisfechas de nuestro trabajo. Después el momento que todo mundo recuerda. Le pregunto Gaby cómo vamos, me dice un punto abajo de las japonesas, nos abrazamos, vemos que Japón tira el clavado y nos emocionamos porque sabíamos que técnicamente hablando y con matemáticas en nuestra mente, íbamos a estar arriba de ellas. Brincamos, no pudimos contener la emoción, se nos olvidan las cámaras porque sabíamos que estábamos ahí, que lo teníamos, lo habíamos trabajado tanto y lo teníamos cerca. Eso sí, nos dijo Iván falta Alemania, por eso fue el esperen, como decimos en lo clavados esto nos e acaba hasta que cae el último, hasta que se acaba la competencia, pero ya sabíamos que teníamos esa posibilidad”, detalló.
“Entonces, caen las alemanas, vemos el tablero, sabemos que somos bronce y no pudimos contener la emoción, yo creo que fui muy expresiva porque así soy. No lo pude contener porque de verdad lo trabajamos mucho, todos pusimos nuestro corazón, compromiso y tiempo en ese día, en ese momento, en ese resultado. Se había dado, era el fruto que tanto habíamos sembrado muchos años. En ese momento nos pasó todo lo que habíamos vivido, todos los sacrificios, las adversidades, las situaciones de la pandemia, todo, pero estábamos en el podio felices porque sabíamos que no era sólo de nosotras, que todos los que habían trabajado lo estaban viviendo con nosotros. Que todo México nos estaba viendo, que toda nuestra familia estaba detrás de la pantalla, a lo mejor no pudo estar en las gradas, pero nos apoyaron detrás de la pantalla, llorando con nosotras, dándonos su corazón en ese momento, como nos lo dieron en todo el proceso y como nosotras lo estábamos dando a México”, concluyó Alejandra Orozco.