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CIUDAD DE MÉXICO, 27 de diciembre de 2021.- El monumento 32 de la antigua ciudad huasteca de Tamtoc, la piedra labrada más grande de Mesoamérica, podría ser, a propuesta del arqueoastrónomo universitario Jesús Galindo Trejo, un marcador del transcurrir del tiempo, es decir, del movimiento aparente del Sol a lo largo del año, y no un observatorio lunar como se estableció en algún momento.
El integrante del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM recordó que el monolito de cuatro metros de alto, por siete metros de altura y más de 27 toneladas de peso, descubierto en febrero de 2005 partido en tres partes, permaneció durante casi dos mil años sumergido en un cuerpo de agua y cubierto por depósitos de lodo.
La estela del sitio arqueológico de Tamtoc, ubicado en el municipio de Tamuín, en San Luis Potosí, sigue siendo una incógnita, reconoció el experto.
Aunque fue reconstruida y colocada en su lugar original, su mensaje permanece oculto porque la Huasteca carece de fuentes etnohistóricas y tampoco ha sido estudiada por la arqueología como otras regiones, el centro del país o la zona maya, reconoció el experto.
En ella aparecen tres personajes que no son fácilmente identificables con deidades del centro de México, como Tláloc a Tezcatlipoca.
La pregunta es qué podría estar señalando esta gran piedra que en la parte de arriba tiene 12 entrelaces o inscripciones cuyo mensaje se desconoce.
“No todos los jeroglíficos mesoamericanos tienen el grado de estudio que han tenido los mayas”, abundó.
Esos “cartuchos” deben tener algún significado, pero lo desconocemos. Pensamos que probablemente están escritos en teenek, es decir, en huasteco, idioma mayense.
“Esta es una gran incógnita; ¿cómo llegaron aquí integrantes de un pueblo que habla una de las 30 variantes del maya?”.
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