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CIUDAD DE MÉXICO, 11 de diciembre de 2018.- El deambular es interminable, algunos desde Atlixco, Puebla, otros desde Iztapalapa y unos más desde San Juan del Río, Querétaro, llegan cada año a la Basílica de Guadalupe, la mayoría movidos por la fe, que les hace olvidarse del cansancio que provoca caminar días y horas, con apenas un descanso en las noches para dormir un poco.
Francisca viene desde Atlixco, Puebla, e hizo tres días de peregrinación. Sin embargo llega contenta al santuario mariano, acompañada por una joven pareja de vecinos, apoyada en un palo que le sirve como bastón, porque aunque su fe la empuja, sus piernas y pies, sólo los mueve la voluntad de ver de frente a la Virgen de Guadalupe.
Llegaron a la capital del país, comenta, desde anoche y hoy en la mañana emprendieron la caminata para arribar a las 13:00 horas a la Calzada de Guadalupe, donde de frente se ve imponente la basílica antigua, aunque a su lado está la nueva, la que recibe a miles y millones de caminantes que se persignan y rezan cuando pasan al frente de la Guadalupana.
Comparte que como ya es tradición vienen cada año a visitar a la “virgencita” de Guadalupe, a quien le dan las gracias por brindarles vida, salud y bienestar a todos los miembros de su familia y ayudarles a salir de problemas y de enfermedades que les han pegado duro este año.
El primer día llegaron a Paso de Cortés, el segundo a Chalco y el último a la Ciudad de México. “La devoción no quita lo pesado de caminar por tres días”, señala, al momento de subir las escaleras, con mucho trabajo.
Pero no se queja, dice, porque todo el camino se puede admirar el paisaje que nos da el creador, y lo más importante es que venimos a ver a la madre de Dios y cualquier favor que le pedimos ella nos lo concede.
El ambiente es festivo, la mayoría viene de pie, pero no faltan aquellos que quieren dejar patente su penitencia en agradecimiento a un milagro.
Tal es el caso de Manuel, quien desde Atlixco carga a sus espaldas una Virgen de Guadalupe que pesa cinco kilos y además, quiso avanzar el último tramo de rodillas, acompañado de su hermano.
Comenta que desde hace siete años asiste a la Basílica de Guadalupe, pero esta es la primera vez que se vino a pie y quiso terminar de rodillas su peregrinación para pedirle a la Virgen por la salud de su padre, quien pierde la vista.
Desde Iztapalapa y acompañada de su marido e hijos, viene Margarita Alonso, a quien no le importó hacer siete horas de trayecto y salir muy temprano de su casa en Santa María Ixtahuacán para llegar hasta acá.
“Venimos a pedirle perdón, por todos los pecados que cometemos todo el año”, comparte Alonso, quien desde hace 13 años, primero con sus padres, y después acompañada por su familia, viene a rendirle devoción a la Virgen de Guadalupe.
Con estas visitas, dice, busca enseñarle a sus hijos la tradición de darle gracias a la Virgen por la salud, el trabajo y por todo lo que les da, al tiempo que le piden que los mantenga unidos como familia.
Imágenes, figuras, colores, retablos y flores acompañan a los peregrinos que solos, en familia, algunos con carretillas en las que llevan a niños de meses, otros en grupo, tocando flautas de Carrizo, tambores y hasta bailando llegan a la Basílica a recibir la bendición de la Guadalupana del Tepeyac.
Desde Bélgica, atraídos por la procesión, visitan el santuario religioso Xilia y su pareja Coronel, quienes confiesan estar fascinados por la devoción que muestran cientos de peregrinos que pasan frente a ellos y que no se cansan de fotografiar.
Los extranjeros consideran que la peregrinación de los mexicanos a la Basílica es un acto de fe, que une a los pueblos, por lo que puede verse como un acto muy bello.
Declaran que vienen con el propósito de conocer el santuario pues realizan un trabajo de investigación sobre todos los lugares donde ha aparecido la Virgen, en sus diversas versiones, desde la propia Europa, hasta África y ahora en México.
Mencionan que quieren entender cómo se dio ese proceso de mestizaje entre las culturas originarias en los distintos países y la colonización de Europa.
Por su parte, Brian vine desde San Juan del Río Querétaro y participó en una peregrinación de maratón por relevos, en la que se turnaron 72 corredores que iban al lado de una camioneta condicionada para cargar una efigie de la Virgen de Guadalupe.
Él asegura que Virgen hace milagros y por eso son fieles, porque siempre que vienen cada año, les cumple sus peticiones y suplicas, como salvar a una familiar de una enfermedad que supuestamente ya no tenía remedio, pero la Guadalupana le devolvió la salud.
La Plaza Mariana se llena de danza, música y color
La Plaza Mariana en la basílica de Guadalupe se llena de fiesta y color, lo mismo danzantes prehispánicos que otros que interpretan bailes españoles.
Lo mismo vienen de Querétaro, que de Hidalgo, más allá están los de Veracruz, todos con sus atuendos característicos de la región.
Del Rosario, Michoacán bailan los santiagueros, con máscaras y penachos, una y otra vez interpretan su danza en honor de la Virgen de Guadalupe.
Uno disfrazado de político azota un látigo una y otra vez, a su alrededor los danzantes con grandes conos en la cabeza de metro y medio de altura, giran a su alrededor, con un baile cadencioso y místico de San Sebastián Cuenepolán, Puebla.
Hacen una pausa y aparecen lo mismo el «Chapulín Colorado», que payasos y monstruos, así como diferentes figuras que torean un supuesto burel que carga otro de los danzantes que trata de alcanzarlos.
Rituales que son acompañados en diferentes escenarios por mariachis, soneros y otros ritmos que retumban frente a la basílica de Guadalupe.
Con información de Notimex