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CIUDAD DE MÉXICO, 17 de marzo de 2017.- La investigación sobre el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu ocurrido el 28 de septiembre de 1994, fue descarrilada desde el principio.
Así lo afirma en entrevista con Quadratín México el ex cónsul en San Antonio, Texas, Humberto Hernández Haddad.
El diplomático ocupaba dicho cargo en 1994, y en su nuevo libro El eslabón perdido, la historia secreta de los magnicidios que cambiaron la historia de México, recupera cómo vivió desde su cargo la supuesta presencia en la ciudad texana del diputado federal priísta Manuel Muñoz Rocha –acusado de ser uno de los autores materiales de la muerte del ex gobernador de Guerrero-, cuando fue arrestado el abogado Enrique Fuentes León, de quien el legislador era amigo.
También reproduce los avisos que dio al respecto a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y a la Procuraduría General de la República, y cómo no recibió respuesta.
Puntual y prudente, aclara que su libro -con diversos documentos desclasificados sobre uno de los casos que cimbró al país en el convulso año 1994- no acusa, pero ofrece pruebas sobre el descarrilamiento de las investigaciones.
“Es un libro que apunta al presente y al futuro, a utilizar esa experiencia que es costosa, fuerte y puede permitirle al país recuperar la confianza de que las instituciones están cumpliendo su función. Porque en este momento las pruebas documentales que se han ido desclasificando muestran que desde el primer momento estaban descarriladas las investigaciones”, asegura.
“No hago acusaciones, hago informes y el de la ubicación del fugitivo; Relaciones Exteriores me entregó un oficio que dice que lo informó a PGR, le pedí a PGR una copia certificada del oficio y contestaron que nunca fueron informados por la SRE pese a que el oficio tiene una orden manuscrita que dice textualmente que ‘se informó al procurador Antonio Lozano Gracia [designado en diciembre de 1994 por entonces presidente entrante Ernesto Zedillo]. Archívese Confidencial’. Eso viene en el libro”, refiere.
Aunque inicialmente Raúl Salinas de Gortari –hermano del ex presidente Carlos Salinas- fue acusado y encarcelado del crimen, fue declarado inocente en 2005 y liberado, por lo que el caso quedó sin un responsable intelectual.
De acuerdo con notas periodísticas retomadas por el libro, una de las hipótesis sobre la autoría del asesinato fue expuesta por Xavier Olea, amigo de Ruiz Massieu. Consideraba que Fuentes León pudo pedir asesinar al ex gobernador de Guerrero, ya que este mandó a investigar al abogado que defendió al millonario Alejandro Braun Díaz –acusado de violar y asesinar a una menor de edad- y para conseguir su absolución presuntamente sobornó a un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Según esas notas, Olea reforzó su hipótesis al decir que Fuentes León presuntamente lavaba dinero para el Cártel del Golfo, entonces comandado por Javier García Abrego, y para el asesinato el abogado se apoyó en Muñoz Rocha y Daniel Treviño, ambos tamaulipecos.
Es ahí donde Muñoz Rocha queda como el eslabón perdido, un mote que por cierto le puso el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
EL ESLABÓN PERDIDO
En la obra, Hernández Haddad recupera cómo en el Congreso de la Unión al diputado tamaulipeco se le concedió licencia a su cargo para enfrentar las acusaciones de estar implicado en el asesinato de Ruiz Massieu y no se le hizo un proceso de desafuero, ya que esta última opción le hubiera quitado su fuero y hubiera sido arrestado.
Después, pese a recibir reportes de su presencia en San Antonio, y reportarlas a la SRE y a la PGR, estas no hicieron nada y más aún, el diplomático recibió amenazas del titular de Relaciones Exteriores, José Ángel Gurría [ahora presidente de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico], y del hermano del entonces presidente Ernesto Zedillo, Rodolfo Zedillo.
-¿Qué papel le ve a Muñoz Rocha?
-No me toca a mí opinar sobre él, la investigación lo llama el eslabón, existe un expediente que trató de ser destruido por un individuo proveniente de la ciudad de México y todavía se puede consultar bajo cámara de vigilancia, guardia de vista y entregando un documento de identificación personal. Hagamos la pregunta que tenemos derecho a saber: ¿qué pasó?
“Le pregunté a Luis Raúl González Pérez [ahora titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos], que fue el último fiscal de los casos Cardenal Posadas y Colosio, que el Departamento de Estado en Washington desclasificó la solicitud de extradición que sí hizo la SRE para la detención con fines de extradición para tener ubicado al inculpado en Texas. Me dijo ‘nunca nadie nos informó en la fiscalía de eso’.
-¿Usted qué le replicó?
-Si él que era el fiscal no lo sabía, menos lo íbamos a saber usted, yo y los lectores.
-¿Usted nunca tuvo amenazas?
-No voy a hablar de eso porque he decidido no atemorizarme frente a las amenazas, las que hubo las he denunciado puntualmente, han sido objeto de procedimientos legales, esas están integradas a los procedimientos de la autoridad competente.
“El libro no es un libro donde haga acusaciones y menos doy una opinión, con la mayor frialdad pongo en manos del lector las pruebas documentales de hechos que fueron tergiversados, uno de ellos decir ‘dice el cónsul mexicano que él lo vio’. Yo nunca he tratado ni a él en lo individual ni a nadie de su familia. Lamento mucho la tragedia que para esa familia ha representado todo esto pero era el deber del diplomático con conocimiento de los hechos informarlo el mismo día que llegaba la información, si eso no se hace, se lo digo a los diplomáticos, se incurre en responsabilidades penales y administrativas y agregaría: es una traición a México incumplir un acuerdo de un agente diplomático por temor o conveniencia de que los hechos que afectan al país se queden escondidos”, concluye.