“De cara al proceso electoral de junio, todo parece indicar que el narcotráfico nuevamente está en coyunturas específicas, no por casualidad, sino producto de los vacíos institucionales cooptados por esas redes de muerte que se dispersan en regiones y que, no obstante los esfuerzos de pacificación y de planes de seguridad, están a merced del crimen organizado”, publicó en su editorial dominical Desde la fe titulada El tufo del narco.
Lamentó que nada parece detener el narcoterror a pesar de inversiones millonarias en programas y el envío de elementos de las fuerzas armadas para restaurar el orden y la paz en varios estados de la República.
Señaló que las declaraciones del líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, la semana pasada, dieron cuenta de lo que parece ser una realidad oculta por las dirigencias: “infiltración del crimen organizado, de su poder corruptor y decadente contra la democracia, que en otras épocas también ha llevado a capítulos dolorosos de la historia de este país”.
Advirtió que las elecciones del 5 de junio se desarrollarán en condiciones delicadas con el mayor de los cuestionamientos sobre efectivos blindajes que, elección tras elección, son firmados a través de acuerdos entre organismos electorales y partidos políticos.
“[…] Parece ser que el narco nuevamente ha tomado las riendas en algunos Estados, patrocinando candidatos de elección popular que actúan en nombre de esa realidad arraigada para conseguir espacios políticos locales y federales. Si así fuera, esto no sería nuevo”, resaltó.
La Arquidiócesis consideró que en las entidades donde se juegan gubernaturas, las plazas controladas por cárteles despiadados recuerdan cómo la historia viene a confirmar que siguen activos para hacerse del control social y económico.
Además, dijo, otros estados están marcados por el flagelo de la violencia y asesinatos contra periodistas.
“Las carreras electorales entre aspirantes están salpicadas de acusaciones de enriquecimiento ilícito; hay pobreza rampante, caldo de cultivo del crimen ante el fracaso de las políticas de desarrollo, mientras instituciones, como la familia y el matrimonio, están bajo impacto en la descomposición social propiciadora de la subcultura de la violencia. Sí, en las elecciones se percibe el tufo del narco”.