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Aprueba IMSS reglas para que repatriados de EU tengan seguro por 3 meses
GUADALAJARA, Jal., 14 de abril de 2016.- Narco, poder y cárcel. Esa es posiblemente una de las combinaciones más explosivas de México. Y por lo que ha destapado la Comisión Nacional de Derechos Humanos es bien fácil de encontrar. En el 54% de los centros penitenciarios analizados, los “internos ejercen el control mediante la violencia sobre el resto de la población”. Es decir, los cárteles imponen su ley en lugar del Estado. Un poder oscuro y sanguinario detrás del que figuran episodios como el motín de Topo Chico, donde un enfrentamiento por el dominio de la prisión norteña acabó en febrero pasado con 49 muertos, muchos decapitados.
El diario El País señala que el universo carcelario mexicano, con una población cercana a los 250.000 reclusos, es lo más parecido a un agujero negro a punto de colapsar. Las reiteradas promesas de reforma han caído en saco roto y su punta de lanza, el proyecto de ley de Ejecución de Sanciones Penales, lleva tres años estancada. Frente a los anuncios de la Administración, que reverdecen ante cada sacudida, la realidad aplasta cualquier esperanza. Sólo en 2015 se registraron 2.110 incidentes violentos: seis motines, 23 “suicidios”, 55 casos de abuso, 54 asesinatos, 250 desórdenes y 1.382 riñas.
El aguafuerte no termina ahí. El diagnóstico de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, basado en la visita de 130 de los 359 centros penitenciarios (36%), muestra carencias en todas las áreas: “Las mayores deficiencias se refieren a la clasificación entre procesados y sentenciados, hacinamiento, falta de actividades laborales y de capacitación para el trabajo. También se identificaron como deficiencias importantes, la falta de personal de seguridad y custodia, así como la prevención y atención de incidentes violentos; es decir, no hay suficientes acciones para prevenir o atender incidentes como riñas, lesiones, fugas, homicidios o motines”.
Información completa en El País.