Bajo un cielo gris y fuertes ventiscas, Obama llegó con su comitiva sin la compañía de su familia y recorrió las instalaciones del museo en lo que los cubanos han visto como una señal de respeto por la historia cubana.
Después de la ceremonia, el presidente estadunidense se dirigió a pie al Palacio Revolucionario, subió las escalerillas con alfombra roja y fue recibido por el presidente Raúl Castro. Acompañados de una traductora se dieron la mano y posaron para las cámaras.
Obama y Castro celebran después una reunión a puertas cerradas en el Palacio Revolucionario para examinar los temas pendientes en el proceso de normalización de relaciones entre los dos países.
Aunque Estados Unidos deseaba una conferencia de prensa conjunta, negociada desde la semana pasada con el asesor adjunto de seguridad nacional, Ben Rhodes, al final los medios informativos tendrán sólo declaraciones de Obama y Castro.
Por la tarde, Obama celebra un encuentro con un grupo de emprendedores cubanos en la fábrica del arte, para acentuar la importancia del desarrollo del sector privado en la isla.
Un estudio muestra que el número de cubanos emprendedores, los llamados cuentrapropistas, se han incrementado de 150 mil a 500 mil en los últimos cinco años, aun cuando se trata de un proceso gradual en que las economías de escala son limitadas.
Por la noche es invitado a una cena de Estado con el presidente Castro como anfitrión.
El martes, desde el Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana, el presidente Obama dirige un mensaje al pueblo cubano, que será transmitido en televisión nacional.
Más adelante realizará un encuentro sin precedentes con miembros de la sociedad civil de Cuba, un grupo seleccionado por la Casa Blanca para discutir la situación de los derechos humanos y las libertades políticas en la isla.
En la última parte de su escala en Cuba, Obama participará junto con su colega cubano Raúl Castro en un juego de béisbol de exhibición, entre la Selección Nacional de Cuba y el equipo profesional estadunidense las Mantarrayas de Tampa Bay.