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TLAJOMULCO, Jal., 29 de junio de 2025.- Desde serpientes en motores de autos hasta grandes felinos deambulando por zonas urbanas, Luis Alberto Cayo Cervantes ha dedicado 20 años de su vida al rescate y conservación de fauna silvestre en Jalisco. A sus 39 años, encabeza la Unidad de Acopio y Salud Animal Municipal (UNASAM) de Tlajomulco, un modelo reconocido a nivel nacional por su enfoque en protección animal y biodiversidad.
Biólogo egresado del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), Cayo comenzó su camino como voluntario en el Centro para la Conservación e Investigación de la Vida Silvestre de la Semarnat en 2005. Desde entonces, ha combinado el trabajo de campo con el diseño de políticas públicas locales para atender los conflictos entre fauna y desarrollo urbano.
Una de sus iniciativas más relevantes fue la creación de la Unidad de Rescate de Fauna Silvestre de Tlajomulco en 2017, luego del caso que indignó a la opinión pública: la muerte de un jaguar que ingresó a una zona urbana y terminó abatido por la falta de protocolos. El incidente lo motivó a impulsar una unidad especializada que hoy opera con resultados tangibles.
“Diario tenemos rescates satisfactorios. Lo más importante es que el animal siga con vida, ya sea una serpiente o una especie en peligro de extinción”, cuenta.
Según sus registros, cerca del 80 por ciento de los ejemplares rescatados como son aves, mamíferos y reptiles, han sido reintegrados a su hábitat. El resto permanece en resguardo por lesiones, condiciones de salud o porque son especies exóticas o domesticadas.
Su pasión por los animales surgió desde la infancia, en una casa donde las iguanas y peces eran parte del entorno cotidiano. Aunque en un inicio su familia cuestionaba su cercanía con especies como serpientes, con el tiempo reconocieron su vocación. Hoy, además de biólogo, es especialista en cetrería, el arte de entrenar aves rapaces, y utiliza esta práctica para rehabilitar halcones lesionados.
“Volar aves no lo veo como trabajo, es un pasatiempo que disfruto. Mi ave favorita es el halcón peregrino”, comenta.
Luis Alberto también es aficionado a la pesca en kayak, a recolectar piedras y troncos curiosos, y promueve activamente la educación ambiental, especialmente entre niñas, niños y adolescentes. Su enfoque es claro: no hace falta ser científico para proteger la naturaleza.
“Desde cualquier profesión se puede contribuir. Si un arquitecto diseña un edificio respetando el entorno natural, ya está ayudando a conservar la biodiversidad”, afirma.
Para Cayo, todas las especies, desde un jaguar hasta una cucaracha, forman parte de la misma red de vida. Su labor diaria no solo se enfoca en rescatar animales, sino en recordarnos que ningún ser vivo es prescindible.