
Visión Financiera
Amar
El Evangelio de hoy, nos presenta un momento crucial en la enseñanza de Cristo: el mandamiento del amor.
Jesús dice: "Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado y por este amor, reconocerán todos, que ustedes son mis discípulos". (Jn 13, 31-35).
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del amor cristiano.
Visto desde la perspectiva de la filosofía aristotélico-tomista. Aristóteles, en su Ética Nicomáquea, define la amistad (philia) como una relación basada en el bien, la utilidad o el placer.
Sin embargo, la amistad perfecta es aquella que se fundamenta en la virtud, donde los amigos buscan el bien del otro por sí mismo.
Santo Tomás de Aquino, eleva esta concepción al ámbito teológico, identificando el amor cristiano con la "caritas", el amor que procede de Dios y que nos mueve a amar al prójimo como imagen de Él mismo.
En este sentido, el mandamiento de Jesús no es simplemente una exhortación moral, sino una invitación a participar en el amor divino.
Amar como Cristo nos ha amado implica un amor que trasciende la mera reciprocidad y se convierte en un acto de entrega total, reflejo del amor de Dios por la humanidad.
Jesús afirma que su glorificación está vinculada a la glorificación del Padre. En términos aristotélicos, podemos interpretar ésto, a través del concepto de "causa final".
Para Aristóteles, todo ser tiende hacia su perfección última, su "telos". En la visión tomista, este fin último es Dios mismo, quien es el "summum bonum", el bien supremo.
Cristo, al entregarse por amor, cumple su misión y alcanza su glorificación, mostrando que el fin último del hombre es la unión con Dios a través del amor.
El Evangelio también nos habla de la comunidad de discípulos, identificada por el amor mutuo.
En la filosofía política de Aristóteles y Santo Tomás, el bien común es el fin de la sociedad. La Iglesia, como comunidad de creyentes, está llamada a vivir este bien común en su máxima expresión: el amor cristiano.
No se trata de una mera convivencia social, sino de una comunión que refleja la vida divina.
En resumen, el Evangelio de hoy, leído desde la perspectiva aristotélico-tomista, nos revela que el amor cristiano no es solo un sentimiento, sino una virtud que nos perfecciona y nos orienta hacia nuestra finalidad última: la unión con Dios.
Amar como Cristo nos ha amado es participar en la vida divina y construir una comunidad basada en el bien común y la entrega generosa. Así, el mandamiento del amor se convierte en el principio rector de la vida cristiana y en el camino hacia la verdadera felicidad.
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- ¿De qué escribiste hoy?
- De que debemos amarnos los unos a los otros.
- Pues, si me amas, cómprame una camioneta último modelo.
¡¡¡PLOP!!!