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GUADALAJARA., 26 de diciembre de 2024.- El proyecto de transición agroecológica iniciado hace casi tres años, en el que participa el Centro Universitario del Sur de la UdeG y que se aplica en comunidades de Jalisco, Nayarit y Chiapas, ha dejado un balance positivo que se refleja en los avances hacia una agricultura sustentable.
Así lo aseguró el investigador y coordinador del proyecto, Alejandro Macías quien compartió que la idea inicial era instalar 11 parcelas agroecológicas en esas entidades, pero al final fueron 19 en seis comunidades, además de un buen número de huertos.
“En las parcelas se hizo un proceso de reconversión hacia la agroecología, puesto que eran parcelas que se dedicaban a cultivos industriales, o a maíz, pero en monocultivo; aplicaban agroquímicos, fertilizantes y otros insumos externos y hoy son parcelas en las que se hace agricultura diversificada, se utiliza el sistema milpa, se tienen plantados árboles frutales de distintas especies, se han sembrado hortalizas de acuerdo con las condiciones de cada uno de los territorios y necesidades de los productores”.
Otras de las acciones consistieron en elaborar un sistema de captación de agua de lluvia a través de la instalación de geocisternas, además de sistemas de producción apícola y avícola; fueron construidas farmacias vivientes, especialmente en Jalisco, para aprovechar las plantas endémicas, y en las comunidades se hicieron sistemas para obtener biofertilizantes.
“Hicimos algunos talleres para la producción de otro tipo de fertilizantes aprovechando las plantas, animales y materia orgánica de las comunidades. Nuestro proyecto fue visto como una transición agroecológica integral, puesto que no sólo era lo que sucedía en el interior de la parcela, sino en toda la comunidad; aunado a las parcelas trabajamos en los huertos agroecológicos de traspatio, en espacios más pequeños, que existen cerca de los hogares de las personas”, apuntó.
El especialista explicó que la vinculación fue otro aspecto importante, puesto que hubo acercamientos con instituciones educativas y se hicieron varios huertos escolares. Desde el principio el proyecto tenía una connotación intergeneracional, debido a que los actores fundamentales en esta transición son las niñas y los niños; por ello, en Jalisco se creó la Escuelita de Saberes y se realizaron trabajos en kínder, escuelas primarias y secundarias.
“Tuvimos diferentes sesiones de Escuelas de saberes rurales para campesinas y campesinos en aras de compartir los saberes entre todos. Hicimos una Gaceta agroecológica que se publica cada mes, y en ella escriben los campesinos y comparten sus experiencias. Estamos haciendo documentales, un libro, festivales culturales en los tres estados para fomentar esta práctica; eventos sociales y académicos; generamos estrategias en los tres estados para la distribución de los productos”.
En el proyecto, que se realiza con el apoyo del Conacyt, a través de los Programas Nacionales Estratégicos, participan más de 120 personas entre campesinas, campesinos, niños, niñas, adultos mayores, académicos, académicas, trabajadores y estudiantes.
“Nos concentramos en una comunidad llamada El Rodeo, en la Sierra del Tigre, en el municipio de Gómez Farías, y a partir de ahí empezamos a vincularnos con otras comunidades, aunque no propiamente para desarrollar el mismo proyecto, sino para tener aprendizajes de otras comunidades; estuvimos en comunicación con gente de Tapalpa, Unión de Guadalupe y de otras localidades. En el caso de Ciudad Guzmán, nos contactamos con un campesino que tiene más de 40 años practicando la agroecología, lo hemos apoyado para que fortalezca su esquema y hemos aprendido mucho de él”.
El académico puntualizó que el balance es positivo, y aunque desde el principio sabían que es un proceso de largo plazo que iba costar trabajo y que dos años y medio es muy poco tiempo para decir que consolidaron algo, tienen la seguridad de que van hacia allá.